Raúl Pérez Viticultor

Raúl Pérez Pereira nació en Valtuille de Abajo (León) en 1972 y su camino hasta convertirse en uno de los mejores productores de España y del mundo ha sido largo y no exento de dificultades. Sus inicios en el mundo del vino hay que buscarlos en la facultad de enología y en Castro Ventosa, la bodega familiar en la que empezó a trabajar con tan solo 19 años.

En 1996 empezó a elaborar vinos fluidos y personales y un año más tarde asumió el control total de Castro Ventosa, pues sus tíos, responsables hasta entonces del negocio, estaban ya mayores; en 1999 aprendió mucho al lado de Álvaro Palacios e incluso colaboró con él en las primeras elaboraciones que más tarde se convertirían en los vinos de la bodega Descendientes de J. Palacios, como lo hizo también en las primeras añadas de Bodegas Peique.

En el año 2003 lanzaría su primer vino en solitario, Ultreia (nombrado así recordando el saludo que antaño usaban los peregrinos del Camino de Santiago), teniendo ya muy claro que la uva mencía debía ser la gran protagonista.

Después iniciaría colaboraciones en Portugal con Dirk Niepoort, en Sudáfrica con Eben Sadie y en una larga retahíla de bodegas en Rías Baixas, Monterrei o Madrid. Su trabajo en Algueira y Guímaro merece ser destacado, pues fue donde empezó el descubrimiento del enorme potencial de la Ribeira Sacra y una evolución que terminaría por convertirle en el padre de los vinos de esta denominación, tal y como los conocemos hoy.

Pese a elaborar vinos en regiones muy diversas, el corazón de Raúl Pérez sigue estando en Valtuille. La arcilla caliente de La Poulosa o los suelos arenosos de Villegas se cuentan entres sus preferidos, pese a que Raúl admite que la calidez relativa de esta última finca no facilita la obtención de finos fluidos y ligeros.

Su gran obsesión ha sido y sigue siendo que el vino refleje el carácter del viñedo, objetivo que marca toda su filosofía de trabajo. Cada día está más convencido de que existen más de una decena de parajes de calidad extraordinaria en Valtuille. La Vitoriana, una zona semiabandonada, La Claudina y, muy especialmente, El Rapolao, una ladera fresca y de fuerte pendiente con suelos arcillo-ferrosos, se adaptan mejor al estilo de vinos que Raúl quiere elaborar actualmente.

La localidad de Viariz (Corullón) con sus viñedos de arcilla y pizarra a más de 1.000 metros de altitud, o el proyecto de Valdecañadas en Ponferrada, son otros de los parajes bercianos en los que Raúl trabaja.

En palabras del propio Raúl , "las parcelas buenas hacen vinos buenos", solo hace falta respetarlas; para ello trabaja en ecológico y observa las plantas con detenimiento. 

Actualmente, su estilo es de sobras conocido por todo el mundo del vino, pero sus creaciones parecen tener siempre algo de especial muy difícil de imitar. El respeto de Raúl por la naturaleza es máximo, vendimia temprano y, en bodega, interviene únicamente cuando resulta imprescindible, buscando simplificar tanto como sea posible. Vinifica con raspón y encuba durante varios meses con la voluntad de extraer los taninos de una forma progresiva y respetuosa.

En sus vinos se siente cada terreno, cada clima y cada añada, pues Raúl no gusta de corregir sus obras. Sus vinos son accesibles desde su juventud, pero envejecen con elegancia, hecho nada común en el mundo de la enología. Son vinos como los de antes, como los que hacía antaño la propia familia de Raúl.

Ultreia es hoy la gama de vinos más conocida de Raúl Pérez, pero los vinos que empezaron a darle fama internacional fueron las etiquetas de Sketch, un blanco que elabora con su amigo Rodrigo Méndez, y de los tintos El Pecado y La Penitencia, tres vinos icónicos de viñedos de Rías Baixas y Ribeira Sacra , aunque no acogidos a denominación y con una reducida producción de apenas 1000 botellas cada uno.

Ultreia es la etiqueta más asociada al nombre de Rául. Una gama de vinos muy amplia, con Ultreia Saint Jacques, Ultreia Mencía, Ultreia Godello y Ultreia de Valtuille, y los distintos vinos de finca o de parcela: Ultreia La Claudina, Ultreia Petra o Ultreia El Rapolao son algunas de las joyas que esconde este proyecto.

Los Arrotos del Pendón es la gama de vinos de prieto picudo y albarín elaborados en León, que muestran un perfil distinto a los vinos elaborados con las variedades de la zona.

Atalier es un blanco de albariño que luce con luz propia. Fresco, salino y muy buscado, se elabora con racimos maduros y sin fermentación maloláctica.

Fruto de su colaboración con Dirk Niepoort, encontramos Calderera, un tinto de mencía cultivada a 800 metros de altitud, sobre suelos de pizarra, fresco y con un gran potencial de guarda. 

Raúl Pérez sigue implicado en la bodega familiar, Castro Ventosa. Su sobrino César Márquez se ocupa de la enología y Raúl echa una mano cuando llega el momento de hacer los cupajes. El Castro de Valtuille, Valtuille Cepas Centenarias o El Rapolao de Castro Ventosa son algunos de los vinos aquí elaborados.

Otro de los proyectos familiares es La Vizcaína de Vinos (Bierzo), también en compañía de su sobrino César. Viñedos tradicionales de Valtuille de Abajo, viejos y de pequeñas dimensiones. La Poulosa, La del Vivo o Las Gundiñas tienen aquí su origen.

Castro Candaz, en la Ribeira Sacra es otro proyecto compartido con Rodrigo Méndez (Forjas del Salnés). La Vertical o A Boca do Demo dibujan un estilo a medio camino entre la esencia de Raúl Pérez y la tradicional en la zona. 

Junto a Luis Miguel Fernández, en El Bierzo, elabora los vinos del proyecto Camino del Norte, mencía de Valtuille y godello de Cacabelos.

Raúl Pérez es asesor de Bodegas Estefanía, conocida por los vinos Tilenus, pero su acompañamiento enológico no acaba ahí: Sierra Salinas y Salvador Poveda (Alicante) o Lavia (Bullas).

Ya sea en solitario o asesorando o participando en otros proyectos, más de 200 vinos distintos tocados por la varita de Raúl se cuentan entre los mejores del mundo.