Compañía de Vinos de Telmo Rodríguez

El proyecto de Telmo Rodríguez y Pablo Eguzkiza nació en 1994, tal y como ellos mismos admiten, con pocos recursos y muchas ideas. Elaboraron su primer vino, Alma, en Navarra con uvas de garnacha, en una época en que la tendencia era plantar cabernet y merlot, dejando ya claro su fuerte personalidad. En 1995 elaboraron un vino en Arribes del Duero con la uva Juan García, variedad local de gran calidad, pero muy poco conocida.

Ya en 1996, embotellaron la primera añada de Basa, un vino blanco, en Rueda cuando el mercado creía que España era solo país de tintos. Después llegarían La Axarquía malagueña y sus moscateles históricos, las garnachas del Moncayo aragonés y el moristel del Somontano.

En 1998, tras sus años de trotamundos volvieron a La Rioja y se establecieron en Lanciego. Sin embargo, como era de esperar, no pudieron contener sus ansias de explorar otras uvas y otras regiones y se lanzaron a elaborar vinos en Ribera del Duero, Toro o Gredos, con sus maravillosas garnachas a más de 1.000 metros de altitud. Tras comprar una bodega en Ollauri, Rioja, seguirían su imparable viaje de exploración por las laderas del Bibei (Ourense) y Cebreros, donde empezarían a elaborar el ya mítico Pegaso

En 2007 construyeron su primera bodega en Lanciego, Bodega Lanzaga, y en 2011 embotellaron la primera cosecha de uno de sus vinos míticos, Las Beatas, un vino fruto de más de 20 años de trabajo que pretendió desde sus inicios recuperar el gusto del Rioja olvidado.

Después llegarían otros vinos y otros proyectos, en total 355 pequeñas parcelas, unas 80 hectáreas y más de 40 variedades de uvas autóctonas que podrían explicar el emocionante viaje vitivinícola de Telmo y Pablo. 25 años después de aquellos alocados inicios, la reflexión y el aprendizaje han sido profundos, y ambos enólogos han comprendido que lo visto y vivido debe ser la base de todo su trabajo, de cada uno de sus vinos.

Tradición viticultora de calidad, formación en Burdeos y pasión por el vino podrían definir, a grandes rasgos, esta "compañía" formada por Telmo Rodríguez (con experiencia, además de en distintos châteaux bordeleses, en su bodega familiar de Remelluri) y Pablo Eguzkiza (discípulo de Jean Claude Berrouet, de bodegas tan ilustres como Petrus, y con experiencia en la Rioja de Barón de Oña o la misma Remelluri). El objetivo de ambos es trabajar con viñedos de zona distintas, algunos olvidados, otros por potenciar, y así podemos encontrarles hoy en zonas tan alejadas unas de otras como La Rioja, Ribera del Duero, Rueda, Valdeorras, Alicante, Toro, Málaga, Cigales, o Ávila.