Vino de Emilia-Romaña
Emilia-Romaña es la región italiana que ha hecho de la gastronomía y la hospitalidad una verdadera marca de producción propia, desde el jamón de Parma a los tortellini, un ejemplo de convivencia admirable entre sus dos almas, la emiliana y la romaña, un complejo unido lleno de sol. Dos almas diferenciadas también desde el punto de vista vinícola, si tenemos en cuenta que, en general, Emilia ofrece vinos frizzantes y Romaña, tranquilos. En cuanto a suelos, pocas palabras bastan: los viñedos arraigan en llanuras aluviales en la parte baja, lo hacen sobre suelos arenosos con guijarros en las faldas de las colinas, y sobre margas y arcillas en las zonas más de montaña. El clima, mayoritariamente continental, goza de buena ventilación en las lomas y laderas que miran hacia el Mediterráneo en Romaña.
Venturini Baldini Lambrusco Secco Marchese Manodori
ECO
Cleto Chiarli Grasparossa Vigneto Cialdini 2021
Medici Ermete Grasparossa Dolce Bocciolo 2022
Calonga Romagna Sangiovese Ris. Michelangiolo 2016
Emilia-Romaña
Emilia-Romaña es la región italiana que ha hecho de la gastronomía y la hospitalidad una verdadera marca de producción propia, desde el jamón de Parma a los tortellini, un ejemplo de convivencia admirable entre sus dos almas, la emiliana y la romaña, un complejo unido lleno de sol. Dos almas diferenciadas también desde el punto de vista vinícola, si tenemos en cuenta que, en general, Emilia ofrece vinos frizzantes y Romaña, tranquilos. En cuanto a suelos, pocas palabras bastan: los viñedos arraigan en llanuras aluviales en la parte baja, lo hacen sobre suelos arenosos con guijarros en las faldas de las colinas, y sobre margas y arcillas en las zonas más de montaña. El clima, mayoritariamente continental, goza de buena ventilación en las lomas y laderas que miran hacia el Mediterráneo en Romaña.
En la provincia de Piacenza los vinos son muy parecidos a los de la colindante denominación de Oltrepò Pavese, aunque difieren en parte en cuanto a variedades. Los tintos más conocidos de las colinas placentinas son los acogidos a la DOC Gutturnio, tranquilos o frizzantes, a veces en versión reserva, siempre de uvas barbera y croatina. En el caso de algunos vinos criados en madera, muestran notas especiadas y tostadas, una estructura más compleja y potencial de envejecimiento. La uva blanca más representativas es la ortrugo, con vinos sencillos y fragantes, casi siempre frizzantes. Todavía más típica es la malvasía de Candia aromática, una uva apreciada para la elaboración de vinos monovarietales o, en versión siempre frizzante, mezclada con la ortrugo por la energía y potencial aromático que aporta al conjunto: ejemplo de ello son los vinos con denominación Monterosso Val d'Arda y Trebbianino Val Trebbia. En las colinas de Piacenza, sobre suelos ricos en esqueletos de organismos marinos, es interesante también la producción de Vin Santo di Vigoleno, unos vinos muy oxidativos, elaborados a base de uvas de santa maria y melara.
La provincia de Piacenza es, además, uno de los principales centros de producción de vinos naturales de Italia. Son vinos tintos a base de uvas de barbera, blancos de uvas autóctonas o dulces en versión passito generalmente de malvasía de Candia aromática, y no son pocos los espumosos de elaboración ancestral.
Las provincias de Módena y Reggio Emilia, famosas por su parmigiano reggiano y por su vinagre balsámico de elaboración tradicional, dos productos con denominación de origen protegida, son también la cuna del lambrusco. O, mejor dicho, de los lambruscos, porque estos tintos efervescentes y vivos comprende al menos siete tipologías distintas. Las más importantes se encuentran en la provincia de Módena, acogidas bajo tres denominaciones: Lambrusco Salamino di Santa Croce, con vinos ligeros, sencillos y afrutados, generalmente rosados y típicos de la llanura; Lambrusco di Sorbara, en las faldas de las colinas, con vinos florales, de color rosado y tonalidades rubí y púrpura; y Lambrusco Grasparossa di Castelvetro, típicos de las zonas de montaña, vinos más profundos, estructurados, intensos y complejos. Los lambruscos pueden estar vinificados como frizzantes o espumosos pero en cualquier caso según el método Charmat (raramente clásico ni ancestral), secos o ligeramente abocados (amabile), tintos o rosados. Bajo la denominación de Lambrusco Reggiano, a diferencia de las tres de Módena, encontramos vinos elaborados a base de una mezcla de las variedades utilizadas históricamente en la otra provincia.
La zona rural de Boloña presenta un panorama ampelográfico distinto. La DOC Colli Bolognesi, sobre suelos ya más adecuados para la elaboración de vinos tintos, es muy apta para el cultivo de variedades internacionales como la cabernet sauvignon, que da unos vinos agradablemente herbáceos y crujientes. La uva más representativa de la zona es, sin embargo, una uva tinta, de nombre pignoletto, protegida por la DOCG Colli Bolognesi Classico Pignoletto. Si bien hubo un tiempo en que solo se consideraba apta para vinos frizzantes, hoy la pignoletto es muy apreciada para la elaboración de vinos criados sobre lías, capaces de expresar una profunda mineralidad, una noble estructura y cierta capacidad de guarda, incluso como espumoso.
La costa adriática de la Romaña es mayoritariamente arenosa y, justo en el extremo sur del delta del Po, ofrece los vinos de arena más famosos y apreciados de Italia. Son vinos habitualmente vivaces, con poca estructura y muy accesibles, perfectos para maridar con el plato más típico de la zona, la anguila. Aquí, la uva típica es la fortana, una variedad tinta que da vinos acidulados, marinos, tensos, afrutados, acogidos particularmente a la DOC Bosco Eliceo, un territorio que todavía cuenta con algunas cepas prefiloxéricas.
Los mejores suelos de la Romaña, no obstante, se encuentran sobre el eje entre Boloña, Forlì y Cesena, cerca de las colinas del interior, en línea con los Apeninos y dibujando un terruño arcillosocalcáreo perfecto para la elaboración de grandes tintos. De hecho, la variedad más importante de la DOC Romagna es su majestad la sangiovese, con agradables vinos jóvenes y algunos ejemplos, como los que proceden del viñedo Predappio, que nada tienen que envidiar a sus hermanos mayores toscanos, ni por complejidad, ni por profundidad, ni por longevidad, sino todo lo contrario: una tanicidad generalmente menos agresiva y una mineralidad completamente integrada convierten la sangiovese romaña en una uva perfectamente apta para la crianza, llegando a ofrecer unos envidiables vinos reserva reconocidos internacionalmente.
Una buena ventilación, un marcado contraste térmico durante el día, una baja humedad por la mañana y una favorable exposición por la tarde han hecho de la Romaña una de las zonas más adecuadas para la producción de vinos de podredumbre noble de Italia. En este caso, la variedad más destacada es la albana, conocida desde principios de la Edad Media como una excelencia del territorio y tutelada hoy por la DOCG Romagna Albana. Se trata de vinos frescos, intensos y estructurados, vinificados también como secos —deliciosos— y como espumosos —muy amables—; de las uvas afectadas por botrytis cinerea surge un néctar excepcional en complejidad y persistencia, el cual, en sus mejores añadas, conserva una acidez y un carácter especiado que nos recuerda como pocos a los míticos vinos de Tokaji. ¿Vinos sencillos en Romaña? También los hay: son los vinificados con uva pagadebit, nombre con el que se conoce aquí la uva bombino blanco, una variedad de trebbiano, muy productiva (de aquí su nombre: 'paga deudas'), vinos sencillos y delicados, y uva cagnina, que da vinos vinosos y ligeros, de un color rojo vivo.