Vino de Champagne AOC
Champagne es el nombre del vino espumoso con más glamour del mundo y también el de la región de Francia en la que se elabora. Champagne es sinónimo de fiesta y de celebración, de historia y de tradición, pero no todos los vinos espumosos pueden denominarse así, ni tan siquiera siendo franceses; únicamente los elaborados al este de París gozan de tal privilegio. En nuestra tienda puedes encontrar la mejor selección de champagne francés al mejor precio.
Champagne AOC
Champagne es el nombre del vino espumoso con más glamour del mundo y también el de la región de Francia en la que se elabora. Champagne es sinónimo de fiesta y de celebración, de historia y de tradición, pero no todos los vinos espumosos pueden denominarse así, ni tan siquiera siendo franceses; únicamente los elaborados al este de París gozan de tal privilegio. En nuestra tienda puedes encontrar la mejor selección de champagne francés al mejor precio.
Historia
Existen pruebas suficientes que demuestran que la viña se ha cultivado en la Champagne desde el siglo IV y que desde el siglo VII la región se especializó en la elaboración y venta de vinos tintos ligeros que abastecían a los consumidores de las cercanías de la capital. Durante el invierno las temperaturas bajaban y las fermentaciones se paraban, así que los elaboradores se apresuraban a embotellar sus vinos. Sin embargo, cuando las temperaturas remontaban en primavera, las fermentaciones se reactivaban dentro de las botellas generando un gas carbónico que tardó tiempo en ser comprendido y controlado. Aquello que fue un problema inicialmente, se convirtió en una moda que a mediados del siglo XVII ya alcanzaba las islas británicas.
La teoría más extendida al respecto del inventor del Champagne es la que habla de Dom Perignon, monje benedictino de la Abadía de Hautvillers, aunque parece que tiene más de mito que de realidad. Nuevas teorías postulan que el origen del espumoso más célebre del planeta podría encontrarse en Inglaterra, allá por 1660; de hecho, existe un documento en la Royal Society de Londres con fecha de 1662, varios años antes de que Dom Perignon elaborase su popular Champagne, en el que Sir Christopher Wren dice que al vino se le añadía azúcar y melaza para hacerlo espumoso. Dom Perignon perfeccionaría el método décadas después, elaborando los primeros blanc de noirs y mezclando vinos de diferentes viñedos para dar con el equilibrio perfecto. No obstante, no consiguió evitar las, por aquel entonces, indeseables burbujas que curiosamente el mercado inglés adoraba; el cristal más grueso fue la solución para evitar que las refermentaciones hicieran añicos más botellas. Dom Pérignon murió en 1715, pero antes de despedirse, creó los principios básicos de la técnica de segunda fermentación en botella o método champenoise.
El método champenoise o tradicional
El méthode traditionelle es el sistema de mayor calidad para la elaboración de vinos espumosos pues es el que permite un mayor control de todo el proceso, desde la fermentación hasta el embotellado. Una vez recolectada la uva y transportada hasta bodega, se prensa con suavidad para obtener un mosto de la máxima calidad y delicadeza. Después, los mostos de las distintas variedades, ricos en ácidos y contenidamente ricos en azúcar, fermentan por separado en distintos materiales (inox, madera, etc.) según cada bodega, y será una vez completado dicho proceso cuando los técnicos determinarán la proporción de cada vino (uva, añada, parcela, barrica …) que conformará el cupaje final del vino base, en un proceso clave que se conoce como ensamblaje. Acto seguido, las botellas se rellenan con él y con una mezcla de azúcar y levaduras (conocida como licor de tiraje) que serán las responsables de la segunda fermentación en botella, dando lugar a la imprescindible espuma. Después, las botellas (la mayoría) se cierran con una chapa.
Las botellas se colocan en rima, horizontalmente, en lugares oscuros, húmedos y frescos donde descansarán durante un mínimo de 15 meses para los champagnes sin añada (con mezcla de añadas) y de 3 años para los Millésimes (champagnes de añada), afinándose y adquiriendo aromas de pan y levadura, gracias a las levaduras inactivas que descansan aún en su interior. Finalizada la crianza, es momento de eliminar dichas lías, para ello, se colocan las botellas en pupitres (estructuras de madera triangulares con huecos redondos para el cuello de las botellas) y se giran e inclinan diariamente hasta tenerlas en posición vertical y con todos los posos en el cuello tras unas semanas; muchas bodegas emplean ya gyropalettes, estructuras dirigidas por ordenador que reducen de manera drástica los esfuerzos dedicados al remuage. Acto seguido llegará el degüelle, el momento de destapar la botella para que el mismo carbónico expulse todos los restos de la fermentación; dicho proceso se realiza, a menudo, congelando el cuello de las botellas para favorecer la expulsión del sedimento.
Las botellas se rellenan con el mismo vino o con licor de expedición (mezcla de vino y azúcar) si buscamos un espumoso con algo de dulzor. Las botellas se tapan con corcho, cápsula y bozal, pieza esta última indispensable para contener la presión de manera segura.
Vocabulario básico
- Brut: es el estilo de Champagne más habitual, aquel al que se le añade una pequeña cantidad de azúcar (menos de 12 gramos por litro).
- Non Vintage (NV): es un champagne sin añada, elaborado a partir de la mezcla de diferentes cosechas.
- Millésime: proviene del ensamblaje de vinos del mismo año y sólo se elabora en las mejores añadas.
- Blanc de Blancs: vino blanco de uvas blancas, es decir, monovarietal de chardonnay.
- Blanc de Noirs: vino blanco a partir de uvas tintas, pinot noir y meunier.
- Rosé: champagne rosado, obtenido por la mezcla de vinos tintos y blancos o por el macerado de las uvas tintas con su propio mosto.
- Cuvée Prestige: suelen ser los vinos de mayor calidad de las bodegas, los de más larga crianza y habitualmente también los de precio más alto. Se elaboran con las uvas de las mejores parcelas de cada propiedad.
El viñedo y sus regiones
La AOC Champagne se sitúa al límite de las zonas consideradas aptas para la elaboración de vino. Tiene una extensión de 150 kilómetros de norte a sur y de 115 de este a oeste. Su denominación incluye 17 grands crus, 47 premiers crus y 32.000 hectáreas de viñedo.
En las latitudes en las que se ubica el viñedo de la Champagne las maduraciones son difíciles, por lo que se busca alargar el ciclo madurativo de la uva al máximo. Esto explica porqué buena parte de los mejores viñedos se encuentran en las laderas de las colinas y en las pendientes de los valles, donde pueden resguardarse de los vientos y gozar de una mejor exposición al sol.
El paisaje de la Champagne es el de una llanura (entre 60 y 360 metros de altitud) cruzada por varios ríos y cubierta de blancos suelos calizos que proyectan el sol sobre las plantas. Los subsuelos son calcáreos y porosos y drenan bien al tiempo que retienen la cantidad de agua suficiente. Las heladas primaverales suponen uno de los riesgos más destacados para la región, llegando en algunos casos dramáticos a acabar con la práctica totalidad de las cosechas.
El viñedo champenoise se divide en 5 zonas: Montagne de Reims, Vallée de Marne, Côte des Blancs, Côte de Sézanne y Côte de Bar. Las 3 primeras, ubicadas en los alrededores de Reims y Épernay son las de mayor prestigio, mientras que Sézanne y Bar esconden grandes vinos que vale la pena descubrir. La Montagne de Reims es el feudo de algunos de los mejores viñedos de pinot noir, de hecho, 9 de los 17 grands crus se encuentran aquí, ejemplos de maisons localizadas aquí serían: André Clouet, Dumenil, Krug o Billecart - Salmon, Bollinger o Bruno Michel.
La Cóte des Blancs es tierra de craie (tiza) y chardonnay, de suelos de intensa mineralidad y uva blanca ahí podemos disfrutar de champagnes de casas como Perrier-Jouët, Delamotte o Pierre Moncuit. La Côte de Sézanne se asienta sobre un subsuelo arcillo-calcáreo, lo que unido a su orientación SE le permite ofrecer vinos afrutados. Mucho más al sur, más cerca del viñedo de Chablis, se encuentra la Côte de Bar, una subregión que supone una quinta parte del viñedo total de la Champagne y que produce la mitad de todo el pinot noir.
Uvas
El Champagne se elabora básicamente a partir de 3 variedades distintas de uva, una blanca (chardonnay) y dos tintas (pinot noir y meunier). La primera aporta frescura y estructura al vino, mientras que la pinot noir lo dota de profundidad, perfume y elegante fruta; la meunier, algo más rústica, añade riqueza y fruta silvestre a la mezcla. La chardonnay ocupa el 28% del viñedo y sus vinos suelen emanar aromas florales, cítricos y minerales, con la elegancia como denominador común; evolucionan lentamente, por lo que los mejores Blanc de Blancs pueden guardarse durante años. La pinot noir cubre el 39% del viñedo y se da especialmente bien en terrenos calcáreos; sus aromas habituales son los de frutos rojos y sus vinos suelen tener un carácter intenso. La meunier, uva que llega al 33%, se da muy bien en terrenos arcillosos y es capaz de aguantar condiciones extremas en el viñedo; sus vinos son algo más ligeros y evolucionan más rápido, pero, a cambio, redondean muchos cupajes.
Un minúsculo porcentaje del viñedo, que apenas llega al 0,3%, está plantado con cuatro variedades que muchos no ubicarían en la Champagne: arbanne, petit meslier, pinot blanc y pinot gris (o fromenteau). Pese a una creencia popular que defiende que su plantación está prohibida, la verdad es que no es así; 300 años atrás, la mitad del viñedo champenoise estaba cubierto de fromenteau, pero cuando los productores se empezaron a fijar en la calidad de los vinos de la vecina Borgoña, decidieron replantar sus viñedos con pinot noir y chardonnay. Las cuatro uvas originales añaden, aún hoy, un toque de tradición a algunos ensamblajes, e incluso se elaboran en excepcionales ocasiones como monovarietales.