Y d'Yquem

El Y d'Yquem se obtiene a partir del mismo terruño excepcional y de las mismas vides que el gran Château d'Yquem. Aunque el trabajo en el viñedo es igual de meticuloso, las uvas son recogidas en un momento distinto y el vino elaborado de un modo que nada tiene que ver con el de su hermano mayor. Pese a tener entre 6 y 8 g de azúcar residual, resulta prácticamente seco al paladar gracias a su excepcional acidez y a su magnífico frescor.

Su historia se inicia en 1959, año en el que el vino comienza a elaborarse en pequeñas cantidades. Su producción fue intermitente hasta que en 2004 se decidió elaborar un vino más acorde con las nuevas tendencias (más frescor, más nitidez) y regularizar su producción anual. Así, en la actualidad, se cosechan algunas parcelas de sauvignon blanc al principio de la vendimia, buscando racimos perfectamente maduros; éstas se completan con uvas sémillon recogidas en esa etapa fugaz cuando las uvas han alcanzado la madurez máxima, la botrytis acaba de aparecer, y las pieles se han vestido de rosa pálido. Este es el momento preciso en que los taninos de la uva sémillon son lo suficientemente suaves para que el potencial aromático de las mejores parcelas de suelo arcilloso pueda mostrarse.

El vino recibe muchas atenciones durante su proceso de vinificación: prensado ligero y preciso, control de la temperatura del mosto y de la fermentación, etc. El final de la fermentación y el envejecimiento con bâtonnage periódico de sus lías se prolongan durante diez meses en barricas, de las cuales únicamente un tercio son nuevas. La mezcla final se hace después de la cata y, a menudo, se compone principalmente de sauvignon blanc y algunos lotes de sémillon.

Y d'Yquem es un vino que ha conseguido su espacio propio en uno de los châteaux más prestigiosos del mundo. En ocasiones esquivo y siempre difícil de clasificar por su carácter único, no es extraño que grandes expertos le atribuyan características de grandes vinos blancos de Alsacia o Borgoña. En su juventud es cítrico y floral, con intensos aromas de melocotón; el tiempo lo torna meloso, seductor..., imprescindible.