Viña Arana Reserva

Viña Arana fue presentado en sociedad en el año 1974 tomando el nombre del entonces vicepresidente de la Rioja Alta S.A., Don José María de Arana y Aizpurúa y sustituyendo al vino hasta entonces conocido como 6º Año.

De precio más asequible y el más humilde de los Reserva de la casa, Viña Arana se distingue por su elegante acidez, equilibrio y la suavidad de sus taninos. Mezcla de tempranillo y mazuelo y criado durante tres años en roble americano, es un vino aromático, con notas de fruta confitada, fresas silvestres y arándanos, balsámicos y de maderas nobles.

Las lluvias del invierno aseguran reservas hídricas para los cálidos veranos riojanos. Las habituales lluvias otoñales, ralentizan la maduración y propician un excelente equilibrio alcohólico y fenólico de las uvas de tempranillo y mazuelo de las fincas El Palo y Las Monjas en Rodezno, plantadas en 1973. Ya en bodega, la fermentación transcurre en depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada durante un periodo que suele rondar los 15 días. Tras un delicado descube, la fermentación maloláctica sucedió de manera espontánea durante los siguientes 75 días. Después, los mejores lotes fueron seleccionados para el ensamblaje final y empezaron su crianza en barricas de roble americano de fabricación propia con una edad de entre 4 y 5 años. Durante los 36 meses de su crianza, el vino fue trasegado de una barrica a otra cada 6 meses hasta su embotellado final en junio.

A la vista alardea del clásico color rojizo riojano, de buen brillo y perfecta limpidez, con destellos de teja en el borde mostrando los rastros del tiempo. En nariz tiene todo lo que cabe esperar de una larga crianza: tabaco, especias, balsámicos y un fino rastro de caramelo adornando una magnífica fruta roja aún fresca. En boca es redondo, de cuerpo medio, señorial y de taninos finos, con las vainillas, el cuero y los tonos amargos de la madera dibujando el escenario en el que la fruta pretende reclamar su protagonismo. Con un tiempo en la copa asoman los recuerdos tostados, mentolados y de cenizas que ya nos acompañarán hasta su largo posgusto.