Valderroa

Cuando uno oye la palabra Valdeorras, lo primero que le viene a la mente es vino blanco y después, probablemente, la uva godello, siempre en clave vínica, por supuesto. Sin embargo, no es menos cierto que la Galicia interior es capaz también de producir extraordinarios vinos tintos a partir de uvas locales minoritarias, pero también con la deliciosa mencía, tal y como sucede en el vecino Bierzo.

En Valdesil llevan casi 30 años elaborando este vino que, en su momento, pudo parecer una apuesta arriesgada. Hoy, no obstante, es un tinto del todo consolidado y con muchos seguidores a sus espaldas. La riqueza de las distintas mencías de la Ribera del Sil, de las parcelas de orientaciones diversas asentadas sobre laderas de pizarras azules y la influencia atlántica se dejan sentir en su carácter. Las cepas cuentan entre 10 y 30 años y divisan el paisaje desde los 500 metros de altitud.

La uva se recolecta a mano y se selecciona juiciosamente antes de macerar en frío, buscando los aromas más delicados de las pieles. Después serán las levaduras silvestres las encargadas de conducir una fermentación en tanques abiertos. El vino no entrará en contacto con la madera en ningún momento, simplemente se trasiega de un depósito a otro durante unos meses para separar los sólidos y mantener la fruta abierta.

Cuando llega a nuestras copas, nos encontramos con un vino intensamente balsámico, poco cubierto y finamente ahumado. Cerezas y violetas perfuman su nariz, mientras su acidez silvestre lo conduce con agilidad por el paladar para culminar, tras cada sorbo, en un fino recuerdo de cacao y cenizas. Es finamente especiado (clavo, pimienta blanca y canela), terroso y muy redondo, de taninos estilizados y con un posgusto largo y de una intensidad mineral (salina) que lo convierte en un vino de complejidad muy por encima de su precio. Pura tipicidad.