Los grandes vinos no siempre proceden de las grandes denominaciones de origen. Existen pequeños municipios que parecen olvidados por el tiempo y que ninguna denominación de origen se ha preocupado de adherir a sus tierras, pese a tener una larga tradición vitivinícola; tal es el caso del pueblo de Ódena, cerca de Igualada, donde se encuentran las Bodegas Puiggròs.
En sus tierras se cultivan únicamente el sumoll, las garnachas (blanca y tinta) y algo de cariñena. La altitud (de 450 a 650 metros), en combinación con los suelos arcillo-calcáreos, genera un terruño peculiar que marca los distintos varietales hasta convertirlos en propios. Así, la garnacha de más de 80 años con que se elabora este Sentits Negres no pierde su carácter varietal, pero refleja todas las particularidades del entorno en el que crece.
En cada copa de Sentits Negre reside agazapado un vino oscuro y especiado, elegante como pocos y expresivo como prácticamente ninguno. Pese a su crianza en maderas nuevas, el volumen de las barricas (300 y 500 litros) y el fino tostado de las mismas permiten que la fruta no pierda su esencia; las cerezas y las moras dominan una imponente pureza aromática que el regaliz, el clavo y la pimienta refrescan. En boca es estructurado y sedoso a la par, complejo y profundo. Sus maduros taninos lo convierten en irresistible mientras la acidez lo tensa y lo mantiene muy vivo. Se embotella sin filtrar, mostrándose elegante de principio a fin, acumula premios y reconocimientos internacionales.