Las uvas para este Rainoldi Grumello provienen de los pueblos de Sondrio y Montagna en el valle de Valtellina, en la Lombardía italiana, muy cerca de la frontera con Suiza. Allí, la orientación sur permite que las cepas de nebbiolo (o chiavennasca, como la denominan los lugareños) maduren de manera satisfactoria pese a la altitud, que oscila entre los 350 y los 600 metros. Los suelos profundos de arenas limosas sustentan las raíces de este vino que la Casa Vinícola Aldo Rainoldi elabora desde 1925.
Su larga crianza en roble esloveno y sus nueve meses de reposo en botella no distorsionan en absoluto la pureza de la fruta, simplemente destensan la acidez natural del varietal y añaden destellos de complejidad al conjunto. La uva recogida a mano a mediados de octubre se convierte tras su paso por bodega en un vino de capa baja, casi rosado, con ribetes teja que denotan cierta evolución y lágrima lenta que avanza una boca seductora. En nariz los recuerdos a frutas como las ciruelas negras y las cerezas secas son los grandes protagonistas, acompañados de sutiles aromas de olivas negras y hojarasca. En boca, una fina acidez y un tanino fundido lo convierten en un vino tan largo como ancho, y una reminiscencia a avellanas pone la guinda a una aromática elegante como pocas. Su final es levemente amargo, como corresponde al varietal, decorado de recuerdos de piel de naranja, fino tonos ahumados y vibrante mineralidad, pero su expresión no se acaba ahí, denle tiempo en la copa y descubrirán un aroma nuevo cada poco minutos: café, goma Milán..., tal es la complejidad de este Rainoldi Grumello.
