Qué Bonito Cacareaba

Qué Bonito Cacareaba es un vino que desprende elegancia por los cuatro costados, tiene todo lo que un gran vino debe y puede ofrecer. El color es precioso, un dorado perfecto, con algún discreto reflejo grisáceo; tiene color de lo que es: una joya. ¿A qué huele? A Rioja, a delicadeza, a carácter, a complejidad, a seducción. Es uno de esos pocos vinos que obligan a uno a cerrar los ojos e inspirar con fuerza. Uno podría fácilmente imaginarse en un prado rodeado de flores blancas y amarillas, y hierba aún húmeda por el rocío matinal, o entrando en una pequeña panadería francesa, con el olor a mantequilla acabada de fundir y de levaduras ajetreadas.

Uno se plantea si debería acercar la copa a los labios, por miedo a romper el hechizo, a que esa prodigiosa nariz no tenga continuidad en boca, pero el recelo desaparece al primer contacto. Parece entrar con cierta discreción aunque empieza a crecer casi al instante siguiente. Su tacto oleoso se apodera enseguida de las mejillas, haciéndolas suyas para ya no soltarlas. Tiene el frescor de un membrillo fresco y el dulzor cítrico de la fruta escarchada. Abundantes notas especiadas afloran, cálidas como la vainilla o la canela, pero también secas y frías, recordando la pimienta blanca, incluso muy sutilmente al clavo. La madera subyace tras un cuerpo anisado, con apuntes de humo y cera de abejas. Fluye hacia el recuerdo dejando un rastro aromático de distinción y exquisitez que perdura durante minutos pero que pervivirá largo tiempo en la memoria.