Marramiero Trebbiano d'Abruzzo Altare

La Massaria Sant'Andrea es una bodega situada en el corazón de los Abruzos, en una cima a 270 metros sobre el nivel del mar. Aquí, durante más de un siglo, la familia Marramiero se ha dedicado al cultivo de la vid, uvas autóctonas como la montepulciano y la trebbiano, así como otras variedades internacionales de gran nobleza. Trabajan con pasión y dedicación transmitiendo una tradición que durante generaciones ha encontrado su razón de ser en la tierra que desde siempre les ha ofrecido sus mejores frutos: los vinos con denominación de origen Abruzzo.

Los vinos Marramiero son el resultado de una historia en la que se encuentran y fusionan el amor por la tierra y la búsqueda de la modernidad, el apego al trabajo y la liberación del arte, el respeto por los procesos de vinificación más antiguos y el uso de las tecnologías más avanzadas.

La familia Marramiero se dedica al cultivo del viñedo desde principios del siglo pasado. Tras una cuidada selección de las cepas existentes, en los años sesenta y setenta plantaron nuevas cepas para ampliar la producción. Empezó así un camino de crecimiento que acabó registrando otra etapa importante a principios de los años noventa, cuando Dante Marramiero, reinterpretando en clave moderna la centenaria tradición agrícola de su tierra, fundó la bodega actual. Un gran legado que hoy conduce su hijo Enrico formando equipo con Romeo Taraborrelli en la dirección técnica y Antonio Chiavaroli en la dirección general, con quienes comparte valores y objetivos.

Altare es un trebbiano de alta gama no solo para Marramiero sino un referente para toda la denominación; un vino que confirma por enésima vez el potencial de esta variedad en los suelos de los Abruzos, tanto en términos de complejidad como de crianza o, lo que es lo mismo, de longevidad. La fermentación y la larga crianza en pequeñas barricas de roble definen la personalidad de este blanco, un vino de producción limitada. Amarillo brillante con acentos dorados, Altare es un trebbiano expresivo, que ofrece en nariz notas salinas y minerales, con un fondo de rosas amarillas, miel, azafrán y especias dulces, que, tras la crianza, se convierten en un concierto de sensaciones claramente evolucionadas. En boca es sabroso, equilibrado y con una fantástica estructura y persistencia, con una suavidad pronunciada y una persistencia infinita. Sabe todavía mejor si se combina con platos a base de pescado, mariscos, crustáceos y otros platos con salsas delicadas, quesos frescos y ligeros.