Lágrimas de Graciano

Valiente ejercicio el de David Sampedro con este Lágrimas de Graciano, que se suma a sus apuestas por mostrar el carácter de diversas zonas vitícolas a través de sus variedades autóctonas; Navarra, Salamanca, Valencia o Galicia dan buena fe de ello.

Del graciano, dicen que aporta la gracia al vino de Rioja, pero son pocos los elaboradores que se atreven a elaborarlo como monovarietal y, menos aún, sin paso por madera, pues se trata de una uva de fuerte carácter que necesita ser domesticada.

David trabaja con uvas de diversos viñedos de la Rioja Alavesa, de pueblos como Laguardia, Leza o Páganos. Deja que sean las levaduras silvestres las que fermenten el jugo de la fruta y el reposo en cemento con las lías el que se encargue de encontrar la redondez y el aporte extra de complejidad.

Color oscuro, amoratado y de capa cubierta; boca noble, con una magnífica fruta definida con nitidez por el hormigón. Fresco y tánico, como corresponde a la variedad por estos lares, con algún toque verde abrazando los recuerdos de ceniza, regaliz y fruta negra en sazón. Estimula lengua, encías y mejillas, vistiéndolas de acidez y agradable rugosidad. El tiempo en copa le permite desarrollar delicados aromas de violetas y refrescantes recuerdos a eucalipto, monte bajo y especias frías como la pimienta negra. Elegancia de Rioja y potencia de graciano en una simbiosis prácticamente perfecta. Una carne roja hecha sobre brasas se antoja un maridaje imbatible.