La Vicalanda Reserva

Uno se aproxima a una botella de reserva de la Rioja con algunas ideas preconcebidas. Quizás el peso de la historia y las botellas que dejamos en el camino nos llevan a imaginar un vino de capa frágil, dominado por los aromas de cuero y maderas viejas. Sin embargo, todo este imaginario se desvanece cuando percibimos los primeros aromas de La Vicalanda Reserva, incluso antes nos atreveríamos a decir.

Ya en la copa luce vivo, intenso y moderno. La lágrima es abundante y lenta, y el color intenso. Sus 14 meses de crianza no han hecho sino dotar de complejidad y profundidad al vino. La fruta sigue muy presente y la madera la acompaña, como una pareja de baile que se conoce a la perfección; nadie pisa a nadie. Reconocerán en él los aromas de cedro, de hoja de tabaco, pero también los de fruta negra madura y violetas. Los taninos de la madera y la jugosidad de la fruta se entremezclan formando un conjunto armónico que remata un paso esplendoroso con recuerdos especiados y un magnífico postgusto balsámico y muy largo.

Sírvanlo entre los 16 y los 18 grados acompañado de unas buenas costillas de cordero o incluso de una buena pieza de caza y recordarán el momento eternamente.