La Legua Parcela La Escuadra

Cigales lleva demasiado tiempo siendo considerada únicamente tierra de rosados y reclamando un lugar entre los tintos españoles de mayor calidad. No en vano, Cigales es humilde vecina de la todopoderosa DO Ribera del Duero, cuya sombra, tremendamente alargada, no le pone las cosas nada fáciles. No obstante, vinificaciones parcelarias del nivel de este La Escuadra, dibujan un nuevo horizonte para la denominación y sus vinos tintos.

Hablamos de un monovarietal de garnacha tinta, fresco y mineral, pero también perfumado y redondo. Pese a su 14% resulta casi etéreo en el paladar y viste la boca de fruta vibrante por los cuatro costados. Notas ahumadas en el trasfondo advierten de la madera de su crianza, mientras que la constante estimulación de todas y cada una de nuestras papilas confirman el enorme acierto en las fechas de vendimia.

Castilla y León entera debería estar orgullosa de que en sus tierras se elaboren vinos de tal armonía a un precio tan contenido. Su bello color picota de frágil capa y la nitidez de su nariz deberían ser argumentos más que suficientes para recomendarlo a voces, pero La Escuadra va mucho más allá. Nos regala chocolates y tabaco de pipa sobre fondos frutales de mora, fresas silvestres, grosellas y ciruelas negras. Es amplio en boca con tanino bien integrado y recuerdos de regaliz negro, todo ello con un ligero punto de acidez característico de esta variedad cuando se cultiva en clima continental extremo. Especias como la pimienta negra recién molida en el mortero perfuman un final que invita a tomar otro sorbo de inmediato, mientras esperamos a que alguien empiece a cortar el queso o a trocear una buena pieza de cerdo ibérico.