Jean Leon Vinya Gigi

La fascinación que despierta Jean Leon como personaje a menudo nos lleva a olvidar el valor de Jean Leon como bodega. Más allá del atractivo comercial de su leyenda, es importante remarcar la apuesta firme de su empresa en pro de la calidad. En el momento de su fundación en 1964, el pago Jean Leon contaba con cepas locales que fueron sustituidas por variedades internacionales, siendo pionero en España en el cultivo de cabernet sauvignon, cabernet franc, merlot y chardonnay, todas ellas procedentes de bodegas francesas de reconocido prestigio; el edificio de la bodega, construido al estilo de los châteaux bordeleses, combinaba la tradición con las más modernas técnicas de elaboración; y la producción de sus vinos tuvo siempre un especial cuidado por el entorno, que culminó con la certificación ecológica que incluyen hoy todas sus etiquetas.

Del catálogo de la empresa destacan los vinos de finca procedentes de los 4 pagos con que cuenta la bodega en Torrelavit, en el corazón del Penedès: Vinya La Scala, Vinya Le Havre, Vinya Palau y Vinya Gigi. De esta última, llamada así en honor a su hija, procede la chardonnay del vino Vinya Gigi, cuyas cepas originales fueron traídas de Corton Charlemagne para dar vida hoy a uno de los vinos más reputados de la bodega. Vinya Gigi es un blanco de elaboración clásica y de estilo borgoñón pero con un claro acento mediterráneo. Aunque el vino fermenta y envejece mayoritariamente (80%) en barricas de roble francés, una parte se cría en huevos de hormigón; durante un periodo aproximado de 6 meses y siempre en contacto con sus lías. Tras la crianza, el vino reposa en botella y permanece en bodega otros 6 meses antes de ser comercializado.

El resultado es un gran blanco, un chardonnay meditérraneo, con una bonita complejidad y armonía, un vino en el que cada matiz encuentra su lugar. De color amarillo pajizo, en nariz destaca por su intensidad y sabrosura, por la presencia de un atractivo fondo ahumado y unas notas minerales, salinas y florales (flor de acacia) que armonizan perfectamente con los marcados aromas de melocotón de viña y otras frutas de hueso y de piña. De entrada potente y fresca, en boca se muestra untuoso pero seco, fibroso, con buena textura y una elevada acidez que pervive a lo largo de su recorrido y culmina con un largo y elegante final, marcado por un toque de caramelo muy limpio y sutil. Sin duda, un gran ejemplo del buen trabajo de esta bodega y del potencial de la chardonnay en tierras del Penedès.