El Oloroso Gran Barquero es, en pocas palabras, un postre. Es menos fragante que el Amontillado de la misma gama (a pesar de su nombre) pero en boca es una explosión de sabor y un vino de una persistencia interminable. Sírvanse un poco de Oloroso Gran Barquero en una copa grande, tipo burdeos, a una temperatura de unos 15 grados, no demasiado frío, al final de una comida y ¡no querrán postre ni café! Es un vino de sobremesa por excelencia, un vino de tertulia o esa reconfortante copa de media tarde.
Toda la gama Gran Barquero se elabora de forma tradicional, por el sistema de soleras y criaderas, y el Oloroso es el único al que se añade alcohol, encabezado con tan sólo un 2-3% de alcohol vínico, y criado durante 25-30 años en barricas de roble americano.
Es un vino precioso en copa; de un color entre oro viejo y anaranjado, similar al amontillado, limpio y brillante, y con una lágrima considerable. En nariz es fresco y en boca, un bombón líquido, seco, muy intenso, cremoso, extraordinariamente sedoso, de aquellos vinos que apetece mantener sobre la lengua; se resistirán a tragarlo pero después del trago ¡parece eterno! Son casi tres décadas de crianza y todo el amor, dedicación y sabiduría de una familia y un equipo que sigue apostando por mantener los vinos tradicionales de Andalucía, y de Córdoba y Montilla en particular.
Este Oloroso huele a bodegas llenas de historia y desprende un frescor marino, con notas cítricas y de flores secas, de avellanas tostadas, piel de naranja y especias como el comino (refrescante); en boca es elegante y su elevada graduación (19%), propia de los vinos generosos, sólo se percibe con una purificante sensación sobre la lengua. Es ligeramente abocado, menos dulce que el amontillado, pero más cremoso, muy equilibrado y muy largo, y deja una sensación ligeramente untuosa sobre los labios. Un vino sin final que además permite ser conservado en la nevera una vez abierto durante varios días sin perder cualidades.
Un último apunte, por si prefieren el vino con la comida: marida a la perfección con todos aquellos platos tan difíciles de maridar con la mayoría de vinos: espárragos, alcachofas, anchoas, escabeches, gazpacho y por supuesto el típico salmorejo cordobés, el exquisito rabo de toro y también parrilladas de carne y de verduras. ¿Qué más se le puede pedir? ¡Esto sí es un vino generoso con todas sus letras!
NOTA: Los vinos tradicionales de Montilla se elaboran, a diferencia de los de Jerez, con uva pedro ximénez, una variedad muy rica en azúcares y de piel muy fina, que permite que el vino alcance de forma natural, sin encabezar, el grado alcohólico necesario para que se desarrolle la crianza biológica en finos y amontillados. Sólo el oloroso es encabezado con un pequeño porcentaje de alcohol (2-3%) y, en consecuencia, el único "fortificado"; los finos y amontillados son vinos de tipo generoso pero sin alcohol añadido.