El Enemigo Cabernet Franc

El Enemigo es un vino elegante, sobrio y profundo, con aromas de chocolate y cereales malteados que seduce incluso antes de que el cristal de la copa entre en contacto con los labios. Es, en sí mismo, un verdadero ejercicio de meticulosidad, un vino con mayúsculas. Los tonos verdes tan habituales en otros vinos con el cabernet franc como protagonista principal son inexistentes en este gran vino mendocino. Tan solo se sienten en él las virtudes de la variedad, su opulencia, su elegancia y su complejidad aromática. El tacto es puro terciopelo y el equilibrio prácticamente perfecto. Los taninos están perfectamente integrados, casi fundidos y la acidez, por su parte, es milimétrica, tensando y estilizando el vino, pero sin resultar en absoluto agresiva. Sabe a vino clásico, pero huele a vino moderno, conjuga la elegancia del Viejo Mundo con la amplitud del Nuevo. Fruta en sazón, los tostados justos, algún recuerdo a frutos secos y quizás algún pétalo de violeta flotando sobre una ligera confitura de moras y cerezas.

Frescor insólito derivado de los más de 1.400 metros de altitud de su viñedo, finura de la cal de sus suelos y firmeza de las piedras que los cubren. Larga estancia en madera bien razonada, con la mayoría de barricas ya usadas anteriormente para que la fruta madura no pierda un ápice de protagonismo. Eucalipto y pimientas refrescan un centro maduro y permiten a El Enemigo Cabernet Franc rozar la perfección aromática, recordando a aquellos viejos Burdeos que Adrianna Catena bebía con su padre ya en su juventud o al cabernet franc de Angélica Zapata que el mismo Alejandro Vigil sirvió en su propia boda. Parece ser que los dos líderes del proyecto El Enemigo estaban destinados a hacer un vino así, con las especias, los taninos granulados y el frescor del mejor cabernet franc.