¿Les apetece un blanco para cualquier ocasión, que les acompañe además desde los platos más sencillos a los más sofisticados, y durante todo el año? Edetària Blanc, un vino 'cuatro estaciones': vivo, alegre y suave, para beber por el puro placer de disfrutar de una buena copa de vino; aromático y equilibrado, buen acompañante de ensaladas de marisco, o ensaladas de queso y frutos secos; complejo, salino y elegante, la pareja perfecta para maridar con exquisitos risottos con setas, sepia, calamares, atún rojo, langosta o patés suaves.
Para elaborar este blanco, Joan Ángel Lliberia cuenta con tres ases: unas uvas de garnacha blanca de gran calidad, de viejos viñedos que con el tiempo ha podido adquirir siguiendo los sabios consejos de su padre, experto conocedor de la zona; un terruño con unas características excepcionales para el cultivo de la garnacha, la Terra Alta, donde los suelos son extremadamente pobres y con un acusado drenaje; y unas maderas finas, seleccionadas desde la experiencia (para la fermentación y crianza utiliza grandes barricas de roble francés de 500 litros).
Tan sólo verterlo en copa apreciarán que no es un vino cualquiera: aunque todavía joven en estos momentos, la tonalidad de ese oro nuevo y la densidad de la lágrima nos anuncian un vino cremoso, y el primer impacto en nariz nos presenta un vino intensamente mineral y especialmente salino. Como todo buen vino requiere tiempo, por lo que les recomendamos decantar y seguir su evolución.
Con aireación o agitándolo en copa se avivan los aromas, siempre en una bonita sinfonía. Cierren los ojos y visualicen un prado de hierba fresca y lleno de flores, lo encontrarán en nariz; saboréenlo lentamente y notarán su salinidad en los labios, como tras un baño en el mar.
La crianza se percibe de un modo muy sutil y elegante, con agradables notas de setas secas, de rebanada de pan blanco fresco recién cortado, almendras frescas y castañas, y confiere al vino un paso por boca cremoso, con buen volumen, que se expande y alarga. En resumen, complejidad y unicidad, sin nada discordante, arropadas en una increíble y suave acidez y una buena persistencia. Un vino equilibrado, con una larga vida, que nos deja un sabor de boca entre notas dulces y ahumadas, como de frutas confitadas, un final, por qué no decirlo, navideño.