DoUmia

DoUmia es un vino para beber, sin defectos ni pretensiones, ni artificios extravagantes y todavía menos, comerciales; todo lo contrario, es un vino honesto, con un carácter realmente original que quizá podríamos comparar con algunos vinos sicilianos, de los elaborados en ánfora. DoUmia no toca en absoluto la madera, es un vino con una buena crianza, entre 9 y 12 meses, pero en acero inoxidable. Toda su complejidad, como les describiremos a continuación, la debe a la fruta, a esas uvas de mencía, de caíño y de espadeiro, y a la tierra.

Para empezar, ¿cuántos tintos conocen en Rías Baixas, templo de variedades blancas? DoUmia es una rareza y sólo por este hecho merece ser conocido; luego, les emocionará por todo lo demás.

DoUmia es un vino atlántico sin duda, en mayúsculas o en minúsculas, cada cual lo decidirá, pero realmente auténtico y original. Es un tinto de los más frescos, con una excelente acidez que facilita su trago fácil. Es húmedo y paradójicamente y complementariamente, también es ahumado, es seco y es dulce, es muy frutal y también floral, con un fondo de tierra seca como el aroma que desprenden los tubérculos como la patata recién cogidos en el campo al iniciar el verano —cierta calidez por lo tanto— pero también de tierra húmeda, con notas vegetales y de flores marchitas y de laurel. ¡Su complejidad es asombrosa y seduce!

DoUmia tiene también algo de hogareño, de familiar, respira tradición y, conociendo a la familia Alfonso, no podría ser de otro modo. Es un vino sorprendente, hecho desde la sensibilidad y el buen gusto, apto para todo tipo de paladares, con algunos adictos también, seguro. Una pequeña obra de arte del paisaje vinícola gallego, una singularidad que merece ser aplaudida.