Qué placer descorchar una botella a temperatura fresca, especialmente en verano, y percibir una explosión de aromas frutales desde el primer momento. Elaborado principalmente con la variedad nero d'avola, más algunos pequeños aportes de cabernet, merlot y syrah, Sedàra brilla en copa, brilla en nariz y se disfruta de inmediato.
Sedàra es una de las etiquetas históricas de Donnafugata, una bodega que es todo un referente en la isla y que elabora más de una docena de vinos distintos, entre tintos, blancos, rosados, dulces, un espumoso, grappas y también aceites. Sedàra es un vino joven, expresivo y complejo, y debe su riqueza a la fruta, al terruño y a una crianza en depósitos de cemento, nada de madera. Se redondea en bodega el tiempo suficiente, y nos es servido con todo su vigor pero con una elegancia y una finura particulares. Sedàra seduce.
Su nariz realmente sorprende para un vino joven. Una fruta fresca y vigorosa nos prepara los sentidos para percibir todos los matices que vendrán a continuación. Es una mezcla de fruta negra, roja y amarilla, esa fruta jugosa tan siciliana, mezcla de moras, cerezas negras y melón. El carácter de los vinos de Sicilia es particular y no es de extrañar, ¡con un suelo volcánico y rodeados de mar! El contraste entre mar y tierra, entre tierra negra y luz, se convierte en riqueza en el vino. En Sedàra olemos tanto la tierra seca como la humedad de un paseo por el bosque tras la lluvia, frutas diversas y flores, pimientos verdes, notas anisadas y algunas notas de humo. Una nariz muy completa.
En boca es enérgico, seco, con nervio, orgulloso de su bravura, de su juventud, pero bien educado, amable y redondo. De aquellos vinos que empezamos diciendo no está nada mal, pero que nada mal... y acabamos terminando la botella sin darnos cuenta ni haber tenido tiempo de describir todas esas sensaciones. Querrán volver a Sicilia.