El importante rol que Mattia Vezzola ha jugado en la región del lago Garda, en la denominación de Valtènesi, está fuera de toda duda. Auténtico maestro de la vinificación de rosados y uno de los más celosos guardianes de la tradición del lugar, Vezzola ofrece año tras año algunos de los hitos de la enología lombarda. Los rosados de la denominación Valtènesi son los conocidos claretes del Garda: vinos sutiles y elegantes, con nervio y vigor, pero también capaces de sorprender por su excelente sustancia.
Parte de la excelencia de estos vinos es mérito del clima mediterráneo del lago, pero también de las manos expertas de una generación de enólogos y viticultores que deben a Vezzola buena parte de su formación. La bodega Costaripa se encuentra en el corazón de la denominación Valtènesi, en la localidad de Moniga del Garda, a medio camino entre Desenzano y Salò. Esta región comprende veinte kilómetros de costas que bordean el lago y se beneficia de 3000 horas de sol al año y de brisas que regulan perfectamente las oscilaciones de temperatura diarias y estacionales. Es también la región más septentrional para el cultivo de cítricos, que conviven con la elegancia de los viñedos autóctonos y conforman un mosaico de perfumes naturales. Molmenti, además de ser uno de los mejores rosados de Italia, es también la sublime expresión de este paisaje.
Molmenti procede de los suelos morrénicos de origen glacial del lago, pero se beneficia de un terroir heterogéneo de textura muy compleja. Su nombre homenajea a Pompeo Gherardo Molmenti, quien en 1896 introdujo el clarete en Moniga, y encaja perfectamente en esta tradición de grandes rosados que nacieron inspirados en la Provenza, mucho antes de que se convirtieran en simple placer veraniego.
Elaborado con la refinada y meticulosa maceración "a lacrima", Molmenti es un vino extremadamente suave y naturalmente rosado. Un vino único en Italia que sale al mercado tras reposar durante dos años en la bodega en grandes barriles de 4 hectolitros de roble usado. Sin duda, un tratamiento de gran tinto para un rosado que conserva intacta su clase y gracilidad.
De un clásico color rosado claro, ligeramente cobrizo y muy brillante, en nariz se revela con una trama rica y compleja: peonías, rosa mosqueta, grosellas, cítricos y otras notas vegetales y balsámicas más densas, como la albahaca y la menta, sobre un fondo de recuerdos yodados. En boca se muestra con una estructura de increíble elegancia, amplio, crujiente y envolvente, con notas de cítricos y frutos rojos, pero sobre todo con un espléndido fondo mineral que acompaña su larga persistencia.