Club Altanza Reserva

Club Lealtanza es un vino de los que no se deja ni gota. Lejos de los vinos superestructurados que han saturado el mercado en los últimos años, es un vino elegante, profundo, que pretende no sólo agradar a los aficionados al Rioja clásico, sino también atraer nuevos seguidores. Es el único vino de la bodega que reposa en una sala privada, creada únicamente para este fin. La botella Club es una cuvee especial elaborada en sus inicios exclusivamente para los miembros del Wine Club de la propiedad, pero tras lograr 95 puntos por parte de Robert Parker en el año 2005, debido a su popularidad y demanda, Altanza decidió aumentar la producción para poderlo ofrecer a todo winelover, aunque les avisamos de antemano que únicamente se elaboran 48.000 botellas.

Bodegas Altanza no reniega de su tierra y tradición y nos brinda un Rioja espectacular, fiel al tempranillo y cuidado en todos sus detalles. Se elabora a partir de viñedos de hasta 75 años de edad de varios municipios riojanos (Lapuebla, Cenicero, Huércanos, Badarán, Villar de Torre y Fuenmayor), aunque procede mayoritariamente de los suelos aluviales y arcillosos del municipio de Galilea, a 600 metros de altitud, concretamente de la Finca Tomilleros, una viña de secano de aproximadamente treinta años de edad con muy bajos rendimientos. La minuciosa selección de la uva y las barricas nuevas de roble francés en las que envejece muestran el apunte de exclusividad de este vino, que se completa con un mayor mimo y minuciosidad en su elaboración: una crianza en roble particularmente larga (año y medio) y un segundo envejecimiento en tinos de roble francés de 22.000 litros que homogeneizan el vino antes de su embotellado.

De un color morado intenso con notas más granates de la crianza, asoma una nariz bien desarrollada, con aromas a canela, clavo, incienso, lavanda, guindas y moras. En boca la expresión de la tempranillo es también extraordinaria, con una fruta negra y de peso bien ensamblada con la madera, notable carnosidad y textura, buena acidez cítrica (cítricos confitados), un paladar medio que abunda en notas de regaliz y chocolate negro, taninos firmes que prometen potencial de guarda y un largo y suculento final en el que asoma un fino matiz mineral muy fundido con la fruta (grafito, trufa, turba).