Hay algunos vinos cuya elegancia ya se intuye incluso antes de abrir la botella. En este caso, una botella alta, esbelta, con una etiqueta negra y un diseño simplista, nos anuncia un vino para ocasiones especiales. Y así será.
El vestido acompaña. Cérvoles exhibe un brillante color picota oscuro con un ribete que empieza a evolucionar pero que mantiene todavía un vivo rojo rubí. La lágrima se desprende con lentitud; esperamos de ella un vino denso, con cuerpo.
Hechas las primeras presentaciones, Cérvoles nos ofrece un primer aroma en nariz de fruta negra, de ciruelas maduras y de mermelada de moras, pero antes de que podamos preguntarnos si esa madurez puede evolucionar hacia aromas de pesadez, y especialmente al agitarlo en copa, surge un fondo balsámico que irá creciendo, y complementándose con unas notas especiadas, de pimienta, y de finas maderas (cedro). Un hermoso conjunto complejo, cada vez más exuberante. Les recomendamos abrirlo al menos una hora antes y dejarlo abrir en copa, es como un movimiento 'in crescendo', agradable, denso, vivo. Decididamente, Cérvoles es un vino para ir sin prisas, un vino para momentos de relajación y que recomendamos para cenas especiales, para acompañar manjares delicados.
Nos resistimos a ponerlo en la boca porque con el tiempo en copa han aparecido nuevas notas: ¿de piedras?, ¿de pinares?, ¿de aceitunas negras? Sin duda es un vino mediterráneo, jugoso y muy voluptuoso, seductor. Tras esa densidad apuntan incluso notas de regaliz. Una nariz viva, expresiva, que no nos cansamos de oler cuyo placer se dobla cuando finalmente nos lo llevamos a la boca: esa finura en nariz, esa complejidad se multiplica en boca pero sólo si hemos dejado que el vino se abriera lo suficiente. Su entrada en boca es voluminosa, muy intensa, y la madurez de la fruta casi se mastica. Intensidad, con elegancia y equilibrio. Aunque en nariz no se apuntaba su dulzor, en boca es dulce, goloso, con unos taninos maduros pero presentes y una acidez generosa que confirman que aún tiene vida por delante. Ahora, se disfruta extraordinariamente. No hay nuevos actores en su final, "simplemente" un 'decrescendo', esa redondez va desvaneciéndose lentamente.