Contar con veintitrés generaciones de viticultores a sus espaldas y con casi setecientos años siendo una de las familias aristocráticas del país no es algo que veamos a diario. Hogar de obispos y capitanes, pero también de elaboradores de vino, la casa de los Bindi Sergardi forma parte de la viticultura toscana desde 1349. Al frente de la empresa se encuentran hoy Nicolò y su hija, Alessandra, dos de las personalidades más activas e interesantes del panorama enológico toscano. Actualmente trabajan sobre tres bodegas de excelencia: Tenuta Mocenni, con suelos típicos de galestro y alberese, en la localidad de Castelnuovo Berardenga, corazón del chianti classico austero, mineral, complejo; Tenuta Marcianella, más al sur, con vinos más inmediatos, suaves y afrutados; y Tenuta I Colli, en dirección a Monteriggioni, donde en torno a una villa del siglo XIV y sobre suelos calcáreos dominados por el amarillo Siena, los Bindi Sergardi producen unos vinos frescos, ágiles y perfumados.
Su vino Nicolò, dedicado al propio Nicolò Casini, es uno de los hijos de esta privilegiada zona. Un precioso homenaje a las técnicas de la antigua usanza, ese estilo conocido hoy como el governo all'uso toscano. Mientras una parte muy seleccionada de la cosecha de uvas de sangiovese se somete a pasificación, el resto, uvas también de sangiovese pero frescas, son despalilladas e introducidas en depósitos de acero inoxidable. El mosto fermenta a temperatura controlada para exaltar la expresión aromática y preservar las notas de fruta y de flores. Una vez terminado el proceso de pasificación, estas uvas desecadas, con un elevado contenido de azúcares, se vierten en la misma tina en la que las uvas frescas han terminado la fermentación, provocando el arranque de una nueva fermentación.
El propósito de las técnicas utilizadas antaño era y sigue siendo producir vinos de sangiovese que sean fáciles de beber, con agradables y frescos aromas y sabores. No vinos austeros y estructurados sino vinos, tintos, que, servidos ligeramente frescos, sean también imbatibles como aperitivo para el verano.
Con un color rojo rubí intenso, Nicolò exhibe un elegante buqué con intensos aromas de fruta madura y fragancias florales. Gracias a esas antiguas técnicas, este vino se muestra agradablemente redondo, con una estructura amable, es suave y armonioso, fresco y seductor. Un retorno glorioso a la extraordinaria tradición del pasado. Un maridaje exquisito para carnes blancas y rojas, quesos y entrantes de cocina mediterránea.