Este viñedo de dos hectáreas es un auténtico museo al aire libre de la viticultura antigua, donde se crían unas 7500 cepas prefiloxéricas y sin injertar de más de 80 años sobre un trípode de cañas llamado "cobertizo". En este viñedo-huerto, donde abundan los árboles frutales, las viñas viejas siempre se han beneficiado de unas condiciones medioambientales favorables y muestran un equilibrio sorprendente. La producción se acerca a los 10 quintales por hectárea, frente a los 62 del promedio de la empresa. El carácter de estas cepas genéticamente excepcionales, por ser antiguas y no fruto de selecciones clonales, es tan singular que da lugar a un vino inconfundible y extraordinario. Los suelos volcánicos, sean arenosos o basálticos, la ventilación constante, una altitud considerable (500 metros sobre el nivel del mar), el único tratamiento manual hacen de este pequeño paraíso un cru de muy rara excelencia.
El vino es intenso, material y de intenso color rubí. Pequeños frutos rojos, rosa y cardamomo en nariz. Extremadamente persistente en boca, tiene taninos sedosos y una estructura viva y compleja, la expresión más refinada y poderosa del Buitre. Como ven quienes lo hacen: "un señor mayor, que en un principio puede parecer gruñón y rígido, pero la rica complejidad de su personaje tiene un carisma hipnótico que desborda".