AA Gx

Si alguna vez han tenido el privilegio de visitar Alta Alella (AA) y observar el mar desde sus viñedos, recordaran aquel día al tomar el primer sorbo de esta garnacha tinta, el AA Gx. Tiene la transparencia y la honestidad del sauló (granito descompuesto), la amabilidad del Mediterráneo y la dulzura de la garnacha. Se puede ver a través de su copa y su nariz quiere llevarnos a pasear entre los árboles y matorrales que rodean la bodega. Huele a pequeñas fresas de bosque y a finas hierbas, tiene la grácil acidez de las garnachas cultivadas y vendimiadas con precisión y el tacto goloso de la gran uva tinta de los climas templados. Notas lácticas y florales (violetas y flores silvestres), recuerdos de golosinas de regaliz rojo y alguna sutil nota especiada perfuman una boca de gran jugosidad, en la que el tacto seduce por su sutilidad, casi etérea, haciendo que el vino flote, fluya sobre nuestra lengua y nuestro paladar. Una pizca de fina sal en los laterales de la lengua nos recuerda que estamos cerca del mar y nos regala la fresca sensación del rocío que se adhiere a las hojas de las vides cada noche. El meticuloso trabajo en bodega, basado en el respeto absoluto por el carácter que la fruta quiere mostrar en cada añada, hace posible que la garnacha de Alta Alella llegue anualmente a las copas como un soplo de aire fresco, como un bocado de fruta recién recolectada, como un gran vino modesto y honesto, pero con carácter propio. Podemos servirlo fresco (12-14º) y gozarlo como copa de bienvenida, mientras cocinamos o con platos informales y ligeros, pero con algo más de temperatura (16º) es capaz de hacer frente a platos con algo más de enjundia, como carnes de cerdo o pato ligeramente especiadas o con salsas de frutos rojos.