Petite arvine
Tras el éxito de las últimas experimentaciones y de las versiones más recientes, la petite arvine se ha impuesto decididamente como la mejor uva blanca del Valle de Aosta. Compartida con el cantón suizo de Valais, se cultiva tranquilamente hasta los 700 y los 900 metros de altitud, haciendo que algunos la llamen la uva de los glaciares. Una viticultura de montaña, heroica y fatigosa se añade a la naturaleza un poco caprichosa de esta variedad, que pide suelos pobres pero no demasiado áridos, tampoco demasiado ventosos y muy soleados. Tardía, se vendimia también a finales de octubre y se presta a un breve reposo en acero tanto como a una moderada crianza sobre lías, en acero o también en madera. Da vinos de gran elegancia y finura, pajizos con reflejos verdosos, notas florales de glicina y de flores blancas, pomelo y fruta de la pasión. En boca muestran una exuberante frescura, con posgusto de fruta exótica y sobre todo un conjunto sápido y mineral incisivo, calcáreo y plenamente armónico.
Petite arvine
Tras el éxito de las últimas experimentaciones y de las versiones más recientes, la petite arvine se ha impuesto decididamente como la mejor uva blanca del Valle de Aosta. Compartida con el cantón suizo de Valais, se cultiva tranquilamente hasta los 700 y los 900 metros de altitud, haciendo que algunos la llamen la uva de los glaciares. Una viticultura de montaña, heroica y fatigosa se añade a la naturaleza un poco caprichosa de esta variedad, que pide suelos pobres pero no demasiado áridos, tampoco demasiado ventosos y muy soleados. Tardía, se vendimia también a finales de octubre y se presta a un breve reposo en acero tanto como a una moderada crianza sobre lías, en acero o también en madera. Da vinos de gran elegancia y finura, pajizos con reflejos verdosos, notas florales de glicina y de flores blancas, pomelo y fruta de la pasión. En boca muestran una exuberante frescura, con posgusto de fruta exótica y sobre todo un conjunto sápido y mineral incisivo, calcáreo y plenamente armónico.