Passerina
La passerina, uva blanca autóctona de las Marcas y de los Abruzos, está conquistando muchísimos aficionados por su autenticidad tan asombrosa como inexplorada. Debe su nombre al hecho de que las bayas, concentradas, son un delicioso manjar para las pequeñas aves que canturrean entre los viñedos. Pertenece a la familia de las trebbiano y, como el de todas ellas, su origen es muy antiguo. Le favorece el clima adriático —sustancialmente mediterráneo—, suavizado por las brisas marinas y las colinas de los Apeninos. Los vinos a base de passerina son blancos firmes de un color amarillo pajizo con fragantes notas cítricas y aromas de fruta amarilla. En boca ofrecen una agradable sensación de fruta fresca acompañada de buena sapidez. Son interesantes también los espumosos de passerina por cuanto tienen una acidez marcada, sobre todo los de método Charmat, al permitir conservar todos esos refinados aromas más inmediatos.
Passerina
La passerina, uva blanca autóctona de las Marcas y de los Abruzos, está conquistando muchísimos aficionados por su autenticidad tan asombrosa como inexplorada. Debe su nombre al hecho de que las bayas, concentradas, son un delicioso manjar para las pequeñas aves que canturrean entre los viñedos. Pertenece a la familia de las trebbiano y, como el de todas ellas, su origen es muy antiguo. Le favorece el clima adriático —sustancialmente mediterráneo—, suavizado por las brisas marinas y las colinas de los Apeninos. Los vinos a base de passerina son blancos firmes de un color amarillo pajizo con fragantes notas cítricas y aromas de fruta amarilla. En boca ofrecen una agradable sensación de fruta fresca acompañada de buena sapidez. Son interesantes también los espumosos de passerina por cuanto tienen una acidez marcada, sobre todo los de método Charmat, al permitir conservar todos esos refinados aromas más inmediatos.