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España
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CARRITO
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Garnacha blanca

La garnacha blanca permite elaborar vinos blancos jóvenes de aromas afrutados y cremosos blancos con madera, pero también fascinante vino dulce. Sea como fuere, se trata siempre de vinos jugosos, expresivos, minerales y de fuerte carácter que transportan la tipicidad del terruño a nuestras copas.

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Garnacha blanca

La garnacha blanca permite elaborar vinos blancos jóvenes de aromas afrutados y cremosos blancos con madera, pero también fascinante vino dulce. Sea como fuere, se trata siempre de vinos jugosos, expresivos, minerales y de fuerte carácter que transportan la tipicidad del terruño a nuestras copas.

Existen uvas que parecen tenerlo todo para triunfar pero que, por algún extraño motivo, permanecen ocultas en un discreto segundo plano; tal es el caso de la garnacha blanca. Probablemente una mutación de la garnacha tinta, la garnacha blanca produce vino de buena graduación e intensidad aromática media en la que se combinan la fruta blanca y de hueso con recuerdos de hinojo y eneldo. Quizás fuera una interpretación errónea de sus aptitudes lo que la llevó al ostracismo, elaboraciones descuidadas que no permitían verla en todo su esplendor y sacaban lo peor de ella: grados elevados, acideces planas y aromáticas insulsas.

En la actualidad, el mayor número de hectáreas de garnacha blanca se encuentra en el nordeste de España, su tierra de origen y el lugar donde se siente más cómoda. Amante de climas cálidos y más bien secos, gusta también del viñedo del sureste de Francia (Languedoc, Rhône y Provenza) o de Rioja, donde suele emplearse como parte de un cupaje con otras variedades autóctonas como la viura o la malvasía; tal es el caso del fascinante Qué Bonito Cacareaba, una de las obras de arte de Bodegas Contador. En Francia también nos ofrece vinos memorables en combinación con uvas como la roussane, la marsanne o la garnacha gris, discreta compañera de la garnacha blanca en el siempre contundente Les sorcières du Clos des Fées Blanc. (Languedoc-Roussillon)

Sin embargo, son las denominaciones catalanas las que han apostado con más fuerza por el varietal; denominaciones como Montsant, Priorat o Empordà (donde se conoce como lladoner blanc) han ayudado a posicionar la uva entre las más relevantes del mediterráneo. Atrévanse con el corte clásico de garnacha blanca y macabeo y descubran un elegante vino del Montsant como Rita, o apuesten por un monovarietal vino Priorat que les sorprenderá por su profundidad como Les Brugueres Blanc (90 Parker). Algo más al norte, en los vinos del Empordà, les aguarda la sensualidad del roble y las lías en combinación con la garnacha blanca: Blanc dels Aspres Criança, un verdadero referente en la región.

Vecina de las denominaciones Montsant y Priorat es la DO Terra Alta, la mayor productora mundial de garnacha blanca y de algunos de los mejores vinos monovarietales de dicha variedad. Tanto es así, que la denominación ha creado el distintivo “100×100 garnatxa blanca” para destacar los mejores vinos elaborados únicamente con esta uva, entre los que ocupan puesto de relevancia lo llamados “brisats”, vinos blancos elaborados con las pieles de la uva, como si de tintos se tratase (no deben perderse el Abrisa’t Bàrbara Forés).

Existen también otros vinos que muestran todo el potencial primario de la uva, todo el volumen y el aroma del que es capaz en buenas manos como el Vernatxa Blanc (vino ecológico) o grandes blancos con crianza que ensamblan a la perfección uva y roble multiplicando las virtudes de ambos, como el ya histórico Edetària Selecció Blanc.