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España
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CARRITO
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Vino de Roero DOCG

La región situada al norte del río Tanaro y de Alba, dispuesta a modo de espejo frente a las míticas colinas de las Langhe, ha tenido sus dificultades para forjar una identidad vitivinícola propia. Se trata de la región de Roero, tradicionalmente conocida, por razones pedoclimáticas, por ofrecer unos vinos de nebbiolo más accesibles, con una estructura más ágil y una capacidad de guarda menor a la ofrecida por los nebbiolos de las Langhe; los nebbiolos de Roero son amables al tacto y con una tanicidad seductora. El establecimiento de una denominación dedicada a esta región pretendía inicialmente impulsar y poner en valor estos nebbiolos "distintos", fieles compañeros para platos más modestos aunque sus versiones reserva contaban ya con largas crianzas de más de treinta meses, un dato que demuestra que algunos vinos de esta zona, con un riguroso control de rendimientos y una estricta selección de uvas, no tienen nada que envidiar a los grandes tintos de su alrededor.

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Roero DOCG

La región situada al norte del río Tanaro y de Alba, dispuesta a modo de espejo frente a las míticas colinas de las Langhe, ha tenido sus dificultades para forjar una identidad vitivinícola propia. Se trata de la región de Roero, tradicionalmente conocida, por razones pedoclimáticas, por ofrecer unos vinos de nebbiolo más accesibles, con una estructura más ágil y una capacidad de guarda menor a la ofrecida por los nebbiolos de las Langhe; los nebbiolos de Roero son amables al tacto y con una tanicidad seductora. El establecimiento de una denominación dedicada a esta región pretendía inicialmente impulsar y poner en valor estos nebbiolos "distintos", fieles compañeros para platos más modestos aunque sus versiones reserva contaban ya con largas crianzas de más de treinta meses, un dato que demuestra que algunos vinos de esta zona, con un riguroso control de rendimientos y una estricta selección de uvas, no tienen nada que envidiar a los grandes tintos de su alrededor.

En realidad, no obstante, la creación de la DOC Roero, convertida ahora en DOCG, lo que ha conseguido es poner de relieve una extraordinaria variedad de uva blanca, la arneis, autóctona de la región (aunque puede encontrarse también en las Langhe), capaz de combinar suavidad, fragancia perfumada y una estructura ágil, dinámica, fresca y accesible. Y así es: por mucho que los tintos reserva de Roero puedan ampliamente recordar la complejidad y profundidad de tantos otros tintos de las Langhe, los grandes vinos de esta región son en realidad los blancos de arneis, unos vinos amables, de los que nunca fallan, unos blancos de color pajizo a la vista que seducen en nariz con sus notas de flores blancas, hierbas aromáticas, manzana y melocotón.

Al principio, los blancos de arneis se consideraban simplemente vinos fáciles de beber, para consumir jóvenes y sin mayores pretensiones. Este carácter, que hoy se considera una de sus virtudes, recoge sin embargo tan solo una parte de su potencial. Los blancos de arneis son vinos blancos con una mineralidad marcada, buena fruta, vinos muy frescos y sabrosos, con elegantes notas vegetales y fragantes perfumes herbáceos. Es precisamente esta atractiva carga aromática la que convierte a estos apreciados blancos piamonteses en vinos ideales para el aperitivo. Pero eso no es todo. Vendimiando las uvas en su justo punto de madurez y asegurando el máximo rigor en el trabajo de bodega, la calidad de estos vinos aumenta indudablemente, pudiendo llegar a competir con los blancos italianos de más alta gama: he aquí un nuevo perfil de vino que ha ido tomando fuerza en las últimas dos décadas para terminar convirtiendo la arneis en la principal uva a destacar cuando se trata de hablar de blancos piamonteses.

La región de Roero se caracteriza principalmente por la pobreza de sus suelos arenosos y por ser un terreno montañoso, donde las cepas, cultivadas a altitudes entre los 250 y los 350 metros sobre el nivel del mar, gozan de una óptima exposición a la luz del sol. La zona clásica de la arneis, donde se dice que nació esta variedad y donde todavía se conoce popularmente como la nebbiolo blanca, se circunscribe en Canales y las localidades de su alrededor. Es aquí, sobre suelos arcillosocalcáreos, que se encuentra el mítico viñedo Renesio, responsable de haber dado origen, según algunos, al nombre de la variedad (antiguamente recogida como ornesio) y donde el cultivo de la arneis está documentado desde el siglo XV: prueba de que estos blancos piamonteses reúnen todas las credenciales para merecer el título de grandes vinos.

El nombre de Roero tiene sus orígenes en la noble familia de los condes Roero de la localidad de Asti, quienes, desde finales de la Edad media y hasta el siglo XVIII, ostentaron el dominio de estas colinas cubiertas de castaños, avellanos y frutales. Las famosas rocas de Roero, yacimientos de origen eólico y fluvial con presencia de rojas tierras arcillosoarenosas, se erigen precisamente en la ribera del río Tanaro en esta región.

Roero se caracteriza también por tener una amplia variedad de suelos pero, en su conjunto, son todos excelentes tanto para la elaboración de blancos como de tintos. Son suelos, por lo general, de tipo margoso-arenoso con predominio de areniscas, rocas sedimentarias de origen marino y presencia de calizas, arcillas y arenas, elemento este último que hace que el terreno sea suelto, amable y muy permeable. Dado su origen marino, las cepas crecen en terruños pobres en materia orgánica, pero ricos en sales minerales.

A todo ello cabe también resaltar el clima, relativamente seco y con unos contrastes térmicos especialmente acusados, ingredientes necesarios para conseguir unos blancos claramente minerales, elegantes en aromas y de refinada salinidad. Si bien lo más habitual es encontrar los blancos de arneis vinificados y envejecidos en acero, a veces con largas crianzas sobre lías o en botella, no es extraño tampoco encontrarlos parcialmente criados en madera o incluso con una corta maceración con pieles. Tampoco son pocos los productores que se han lanzado a la experimentación ofreciendo espumosos o passitos de arneis.