Vino de Calabria
Calabria ha dejado de ser la Cenicienta del vino italiano. Fíjense si no en el trato que hoy recibe esta región en las grandes ferias como Vinitaly, con una superficie que ha crecido tanto como el interés que sus vinos despiertan entre los aficionados. Son cada día más también los esfuerzos dedicados a estudiar sus variedades y suelos, para recuperar por fin un territorio considerado enológicamente sin vida hasta hace pocos años.
Feudo dei Sanseverino Moscato di Saracena 2010 (0,37 L)
Calabria
Calabria ha dejado de ser la Cenicienta del vino italiano. Fíjense si no en el trato que hoy recibe esta región en las grandes ferias como Vinitaly, con una superficie que ha crecido tanto como el interés que sus vinos despiertan entre los aficionados. Son cada día más también los esfuerzos dedicados a estudiar sus variedades y suelos, para recuperar por fin un territorio considerado enológicamente sin vida hasta hace pocos años.
Fue precisamente en esta región donde, en época de la Magna Grecia, Italia vio nacer su viticultura; las denominaciones jónicas de Ciò, Melissa y Val di Neto dan fe de ello todavía. Una región con una gran diversidad de suelos, de margas a calizas, y viñedos con vistas al mar refrescados por la altitud de las elevaciones del interior. Tierra de la tinta gaglioppo y la blanca greco, las dos variedades reinas de la zona, responsables de ofrecer tintos particularmente sabrosos y minerales, así como blancos y rosados elegantes y amables, seguramente el producto más típico, junto con la 'nduja y la bergamota, de esta costa azotada por el sol y por el viento.
Más allá de Cirò, Calabria es un verdadero mosaico de pequeños terruños. Al norte, esparcidos entre el altiplano de la Sila y las pequeñas colinas cercanas a Cosenza, o al sur, llegando hasta Reggio, tanto en las terrazas de heroica viticultura de la Costa Viola y de Scilla, sobre la costa tirrena, como en las históricas localidades de Bianco y de Palizzi, en el lado jónico. Greco, gaglioppo, magliocco, nerello, alicante, mantonico, lacrima... y tantísimas otras uvas se han convertido en una infinita y mágica paleta de historias y sensaciones a descubrir. Sin olvidar los apasionantes passiti, el moscato di Saracena, una hábil mezcla de vino passito y mosto cocido elaborado con uvas aromáticas en la provincia de Cosenza, o el mítico greco di Bianco, en la zona de la Locride, el néctar de los Dioscuros que, junto con el mantonico, es uno de los símbolos del renacimiento de esta tierra.