Vino de Vinos de Madrid
Si bien parece confirmado que las primitivas plantaciones datan de tiempos de la conquista romana, los documentos más antiguos de la existencia de vino en la actual demarcación geográfica de Madrid datan del siglo XII. La producción de vino en Madrid fue cobrando importancia durante los siglos XIII y XIV y los vinos madrileños llegan al siglo XV con un aura de prestigio, plasmado ya en diversas citas literarias.
Bernabeleva Garnacha de Viña Bonita 2022
Navaherreros Blanco de Bernabeleva 2023
Las Moradas de San Martín Albillo Real 2023
ECO
Las Moradas de San Martín Libro Once Las Luces 2011
Vinos de Madrid
Si bien parece confirmado que las primitivas plantaciones datan de tiempos de la conquista romana, los documentos más antiguos de la existencia de vino en la actual demarcación geográfica de Madrid datan del siglo XII. La producción de vino en Madrid fue cobrando importancia durante los siglos XIII y XIV y los vinos madrileños llegan al siglo XV con un aura de prestigio, plasmado ya en diversas citas literarias.
En la segunda mitad del siglo, la autoridad municipal tuvo que dictar medidas proteccionistas, bien por abundancia de la producción de la ciudad, bien por la venta fraudulenta de vinos de otras procedencias. En la segunda mitad del siglo XV, comienza también a fraguarse el prestigio de los vinos de San Martín de Valdeiglesias, que perduraría durante los siglos siguientes, llegando a ser citados por el mismísimo Miguel de Cervantes.
Madrid llega al siglo XX con más de 60.000 hectáreas de viñedo, hasta que en 1914 se detecta por vez primera la filoxera en San Martín de Valdeiglesias. La plaga se extiende rápidamente, arruinando el viñedo madrileño y provocando un cambio sustancial en sus vinos. Por este motivo, en 1935 la superficie de viñedo se redujo a poco más de la mitad, 33.448 Ha. La Guerra Civil Española también azotó al viñedo provincial, disminuyendo en el año 1939 a un total de 30.652 Ha.
La historia de lo que podríamos denominar el nuevo vino de Madrid alcanza un punto álgido en noviembre de 1990 quedando reconocida oficialmente la Denominación de Origen Vinos de Madrid. Actualmente, la Denominación de Origen cuenta con 8.528 hectáreas de viñedo inscrito, repartidas en 12.387 parcelas y con 3.038 viticultores que las cultivan. Sólo se mantiene poco más de un tercio de la superficie de viñedo que existía en la provincia hace 40 años, debido entre otros factores a la presión que ejerce la realidad urbana de la capital sobre el sector agrario.
Situación
La DO Vinos de Madrid está localizada en su mayor parte al sur de la provincia homónima, con la excepción de la subzona de El Molar, que se encuentra en la zona centro-norte. La provincia de Madrid está delimitada en su lado norte y oeste por el Sistema Central español, una gran afloración granítica que se eleva hasta los 2.400 m. de altitud. Por el lado este nos encontramos con la Alcarria, meseta de cierta altitud (en torno a 700 m) de baja o nula fertilidad y de clima severo. Por el sur, el río Tajo marca la frontera natural de la provincia. Madrid está surcada por seis vías fluviales que marcan las 4 zonas de aclimatación del viñedo. La subzona San Martín de Valdeiglesias, entre el Sistema Central y el río Alberche; la subzona Navalcarnero, entre el río Alberche y el río Guadarrama; la subzona Arganda entre este último y el Tajo, y por el Norte, la subzona El Molar, comprendida entre el río Jarama y la Sierra de Guadarrama.
Viñedos
En la subzona Arganda, predominan las formaciones sedimentarias, con altos contenidos en caliza (carbonatos), así como áreas de margas yesíferas. Aquí se encuentran los suelos más fuertes, normalmente con textura franca o franco-arcillosa. Los suelos de la subzona Navalcarnero también son sedimentarios, vinculados a la acción del río Guadarrama, aunque su naturaleza es bien distinta, pues son de origen silíceo. La textura franco arenosa es la más común en esta subzona. Los suelos de la subzona San Martín de Valdeiglesias están íntimamente relacionados con la geología del Sistema Central, eminentemente granítica, donde también aparecen gneises y rocas filonianas. El viñedo se asienta en laderas y piedemontes de las inmediaciones del sector más oriental de la Sierra de Gredos, así como en las llanuras aluviales del río Alberche. Los suelos de la Subzona de El Molar están desarrollados sobre materiales geológicos muy diversos: granitos, cuarcitas, pizarras, esquistos, gneises, areniscas, margas, margocalizas, calizas y arcosas.
La altitud de los viñedos acogidos a la Denominación de Origen está comprendida entre 480 y 1.000 metros sobre el nivel del mar. Las cotas más bajas se encuentran en zonas de vega, mientras que las más altas están vinculadas a las zonas de la Sierra.
Las condiciones climáticas en el área comprendida por la Denominación de Origen se corresponden con las propias de un clima mediterráneo continental. Dentro de esta caracterización, cada una de las subzonas tiene un comportamiento climático propio. En cuanto al régimen de precipitaciones, San Martín es la subzona más lluviosa, debido a la influencia de la Sierra, con una precipitación media anual de 658 mm, seguida de Navalcarnero, con 529 mm y la más seca Arganda, con 461 mm. En cuanto al régimen de temperaturas, la subzona que presenta valores máximos y mínimos absolutos más extremos es Arganda, por la influencia de las vegas, oscilando desde 40ºC hasta -17 ºC. Comparando las temperaturas medias mensuales registradas en las tres subzonas se observan pocas diferencias. El número de horas de sol que se reciben en el área de producción oscila entre 2.300 y 2.800 horas.
Uvas
Las variedades principales o preferentes son las que otorgan singularidad a cada una de las tres subzonas. Las uvas blancas preferentes son la autóctona malvar en Arganda, Navalcarnero y El Molar; y, la tradicional albillo real, en San Martín. En lo que se refiere a las variedades de uva tinta, las reinas son tinto fino (tempranillo) en Arganda y Garnacha Tinta en Navalcarnero, El Molar y San Martín de Valdeiglesias.
También hay otras variedades de vid autorizadas en la Denominación de Origen, algunas tradicionales y otras foráneas: negral (garnacha tintorera), graciano, merlot, syrah, cabernet sauvignon y petit verdot, como tintas; airén, moscatel de grano menudo, torrontés (alarije), macabeo, parellada y sauvignon blanc, como tintas.
La variedad más extendida en la Denominación de Origen es la garnacha tinta o aragonés, que representa en torno al 75 % del viñedo existente en las subzonas de Navalcarnero, San Martín y El Molar. Es una variedad productiva, de racimo compacto y tamaño medio que, cuando alcanza la plena madurez, da lugar a vinos con alto contenido en alcohol y una buena acidez.
La segunda variedad de uva tinta en importancia es la tinto fino o tinto Madrid, mayoritaria en la subzona de Arganda. Su racimo es cilíndrico y algo más grande que el de la garnacha. Sus bayas son esféricas, de tamaño medio, y por la estabilidad de su materia colorante resultan muy adecuadas para la elaboración de vinos con crianza en barrica.
La variedad de uva blanca por excelencia en las subzonas de Arganda y Navalcarnero es la malvar. Presenta un racimo grande, suelto y de forma cilíndrica alargada. Sus uvas producen vinos con un contenido medio-bajo en alcohol y una acidez media-baja, muy aptas para los vinos sobremadre, un estilo tradicional en Madrid.
No menos especial es el albillo real, la variedad de uva blanca principal de la subzona de San Martín. Es muy poco productiva, presenta racimos pequeños y sus bayas son de tamaño medio, cobrando un amarillo dorado característico cuando alcanzan la madurez. De brotación y maduración temprana, es la primera variedad blanca que se vendimia en Madrid, normalmente a mediados de agosto. Produce vinos con alto contenido en alcohol y acidez media-baja, muy personales.
Vinos
Los vinos blancos son de color amarillo pajizo pálido, con tonos de verdosos a grises, o acerados en vinos jóvenes, evolucionando a amarillos dorados o de oro viejo en blancos de crianza o de reserva. En general son francos y principalmente afrutados, recordando a la fruta de hueso. En vinos con envejecimiento y/o fermentados o criados en barrica de roble asoman aromas especiados y balsámicos. Son vinos frescos, untuosos y con dejes amargos, de buena persistencia.
Los vinos rosados oscilan entre la tonalidad fresa o frambuesa y la salmón, pudiendo aparecer colores anaranjados en aquellos de más de 2 años sometidos a envejecimiento. En nariz, son francos, de carácter frutal de fruta roja, floral y, en ocasiones, vegetal. En vinos de más de 2 años pueden combinarse proporcionalmente a su edad con aromas especiados. Son frescos, ligeramente ácidos, con fina tanicidad y persistencia media.
Los tintos son vinos de tonalidades violáceas en su juventud que viran hacia tono teja cuando son sometidos a envejecimiento. En nariz, resultan francos y afrutados, sumando aromas a frutos secos, especias y plantas aromáticas con la crianza. En boca saben ser persistentes, gracias a una buena tanicidad, obtenida, a menudo del raspón. Los mejores ejemplos suelen ser monovarietales de garnacha o vinos de corte en los que se introducen también variedades francesas.
Existen también vinos espumosos de burbuja fina, abundante y persistente; de coloración rosa fresa o salmón en el caso de los rosados. Son frescos y punzantes, con cierta untuosidad y aromas afrutados.
No obstante, el vino verdaderamente peculiar de la DO Vinos de Madrid es el conocido como Sobremadre. Se trata de un vino, blanco o tinto, que, una vez finalizada la fermentación (con un 25% de los hollejos) permanece con sus "madres" (lías) hasta 180 días, sin trasiegos y manteniendo una pequeña cantidad de gas carbónico endógeno que resalta de manera importante los aromas más afrutados. Estos se mezclan con recuerdos de panadería, una boca untuosa y sutiles toques amargos.
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