Vino de Lanzarote
Un paisaje lunar entre África, el Atlántico y Europa. Este es el escenario que da la bienvenida al apasionado del vino al llegar a las islas Canarias: un territorio aún por descubrir a nivel internacional pero que custodia un tesoro de joyas enológicas únicas en todo el mundo. Cepas muy viejas, originarias de las mismas islas, plantadas sobre suelos áridos e impracticables en el pasado, que hoy, sobre todo tras la erupción del volcán de Timanfaya ocurrida desde 1730 hasta 1736, están recubiertos por una capa de lapilli volcánico que los ha convertido en un paraíso terrenal para la viticultura de calidad.
Lanzarote
Un paisaje lunar entre África, el Atlántico y Europa. Este es el escenario que da la bienvenida al apasionado del vino al llegar a las islas Canarias: un territorio aún por descubrir a nivel internacional pero que custodia un tesoro de joyas enológicas únicas en todo el mundo. Cepas muy viejas, originarias de las mismas islas, plantadas sobre suelos áridos e impracticables en el pasado, que hoy, sobre todo tras la erupción del volcán de Timanfaya ocurrida desde 1730 hasta 1736, están recubiertos por una capa de lapilli volcánico que los ha convertido en un paraíso terrenal para la viticultura de calidad.
En la denominación de origen Lanzarote, las cepas están plantadas en vaso, muchas de ellas son de pie franco porque la filoxera no llegó a penetrar aquí, y están protegidas de las corrientes atlánticas al encontrarse dentro de unos grandes hoyos excavados en el suelo negro y rodeados de muros semicirculares de piedra seca. Pasear por La Geria, el pintoresco parque natural del vino de Lanzarote, significa sumergirse en este paisaje lunar de vistas interminables, diseñado por una geometría más propia de otro planeta. Si Lanzarote conserva esta vena rústica —hasta hace unas pocas décadas, las cosechas eran transportadas por dromedarios— Tenerife aparece en cambio más evolucionada y receptiva, gracias también a un turismo más actual: a los pies del Teide (3.715 metros) se desarrollan las principales denominaciones vinícolas de las Canarias.
Salinidad mineral, sulfurosa, y salinidad oceánica, marina. Grandes contrastes térmicos. Altitudes impresionantes. Trabajo manual, duro, difícil, heroico. Pequeños productores, minúsculos, que extraen hasta la última gota de mosto de unas cepas con doscientos años de edad. De ellas emergen con potencia mineral y una increíble textura aromática los vinos de la malvasía local (vinos secos pero también semidulces o dulces), que junto a los de palomino y moscatel de Alejandría constituyen los grandes blancos autóctonos de esta denominación. Entre las uvas tintas destaca la listán negro, con tintos delicados y vinos rosados, y con la que se están elaborando ahora también vinos de crianza o de listán y syrah, buscando ofrecer vinos con más cuerpo y opulencia.