Vinos de invierno
Es tiempo de estofados, setas, legumbres, platos de caza, pescados al horno... ¡Una selección de vinos que acompañan a la perfección los platos típicos de la gastronomía invernal!
12 grandes vinos para maridar con platos de invierno
Todo buen sommelier sabe que uno de los puntos clave a la hora de elegir un vino para acompañar un plato es la época del año. Del mismo modo en el que, con la llegada del buen tiempo, apostamos por platos suaves que acompañamos con vinos ligeros, cuando el frío arrecia, nos apetece subir la intensidad, tanto en el plato como en el vino.
Así, apostamos por platos de cocción lenta, con mayor porcentaje de grasa y de proteína y por una temperatura de degustación elevada. Ya no apetecen tanto las ensaladas y los helados, pero nos encantan los estofados, los pescados al horno o la ternera rellena. Nuestro cuerpo pide grasa y calorías para contrarrestar los rigores hibernales, pero para complacerlo plenamente se torna en imperiosa necesidad dar con el vino que potencie nuestra sensación de confort y asegure el equilibrio perfecto con nuestras recetas...
A grosso modo, podríamos recomendar vinos tintos por delante de blancos y rosados. Su acidez suele ser menor y su grado mayor, ambos valores determinantes para definir el estilo de un vino. Los vinos jóvenes parecen encajar también en menor grado con los platos de invierno; la fruta exuberante que tan felices nos hace en primavera y verano debe ahora dejar su lugar a los vinos de crianza. Los aromas derivados de la fermentación maloláctica y de la madera de las barricas aportan una muy agradable sensación de calidez a los vinos. Los recuerdos especiados o torrefactos del tueste de las duelas, o las sensaciones lácticas de la fermentación potencian la amabilidad y la complejidad de los vinos en el paladar.
Entre los vinos tintos de crianza cabría distinguir entre dos estilos muy dispares. Aquellos más clásicos, como por ejemplo Rioja Reserva, Barbaresco o cabernet sauvignon, son vinos que adoran la compañía de las piernas de cordero, de las legumbres estofadas, de las setas o de la caza menor y que no necesitan de platos con un contenido de grasa muy elevado. Sus aromas terciarios de cuero y especias casan a la perfección con la cocina tradicional. En el otro extremo deberíamos situar a los tintos de alta expresión, aquellos vinos que, digamos, tienen mucho de todo (tanino, grado, color, volumen, etc.); a menudo, se trata de vinos que provienen de zonas de climas cálidos y en cuya crianza se emplean barricas nuevas de pequeño volumen. Su pareja de baile ideal podrían ser platos también contundentes, como la carne de buey, los quesos bien curados o la caza mayor.