Viñedos Alonso del Yerro

El nombre de Alonso del Yerro nos suena a muchos como el de una bodega reconocida y firmemente consolidada entre las grandes de la Ribera del Duero. Siendo esto absolutamente cierto, no es tan conocido el hecho de que su andadura se inició allá por el año 2002, cuando el matrimonio formado por Javier Alonso y María del Yerro decidió dar forma a su sueño de elaborar grandes vinos en las tierras de Roa (Burgos). Desde entonces, su popularidad y la calidad de sus vinos no ha dejado de crecer de manera vertiginosa, gracias a una exigencia y una atención a los detalles encomiables.

Con el respeto por el entorno, el amor que demuestran por sus hijos dando nombre a la bodega con sus apellidos y la pasión por la excelencia como firmes valores, empezaron a cimentar un proyecto sólido poniéndose en manos de verdaderos expertos del sector. Primero encargaron minuciosos estudios de los distintos terrenos de las fincas y se pusieron en manos de Stéphane Derenoncourt (formado en Château Fronsac, Château Pavie-Macquin y Château Canon-la-Gaffelière), quien ha sido su asesor enológico desde los inicios. El también francés Lionel Gourgue es ahora su enólogo y enriquece el equipo de Alonso del Yerro con todo el saber adquirido en bodegas tan reputadas como Château Figeac o Château Carbonnieux.

En una bodega sencilla pero equipada con las últimas tecnologías, ya en la difícil añada 2003 se elaboraron vinos que impactaron por su calidad y fuerte personalidad. En el año 2007, apostaron por ampliar horizontes virando hacia la vecina DO Toro, en la que empezaron a elaborar el Paydos con la uva reina en la región: la tinta de Toro, con las mismas premisas de calidad que los vinos de la DO Ribera del Duero pero con el fuerte carácter que las tierras zamoranas imprimen a sus uvas.

La filosofía en la viña se basa en la idea de que las vides forman parte de un entorno en el que deben englobarse. Con este fin, se respeta al máximo el ecosistema, todos los trabajos se realizan a mano y los productos de síntesis no tienen cabida; de hecho, el único aporte que reciben las viñas de Alonso del Yerro es el del compost que ellos mismos preparan y aplican sólo cuando las condiciones de la añada así lo requieren. Buscan la máxima expresión del terroir, observando cada año el comportamiento de los distintos suelos y fermentando cada parcela por separado, para que después cada vino pueda aportar su parte de complejidad al corte final que iniciará la crianza en barricas.

En la Ribera del Duero cuentan con 26 ha de viñedo de tempranillo plantadas en 1989, entre 800 y 400 m y en Toro, con 8,80 ha plantadas entre 1930 y 1988 a una media de 700 m. Sus vinos son reconocibles por su finura y elegancia, pero también exhiben intensidad, amplios aromas frutales y una intensa mineralidad fruto de los cuidados extremos en la viña. Sin duda, Alonso del Yerro nos acerca a algunos de los vinos más codiciados y reputados de la Ribera del Duero más contemporánea.