Viña Meín - Emilio Rojo

Viña Meín y Emilio Rojo, dos de los proyectos más enérgicos del llamado nuevo Ribeiro, forman en la actualidad parte del grupo Carraovejas, otro de los pilares del vino español cuyos cimientos se encuentran en lo más profundo de la tierra.

El paisaje de Ribeiro se esculpe en granito y bancales, en valles infinitos salpicados por caudales y aguas termales, en terrazas y angostos caminos que discurren entre muretes de piedras ganados a la montaña por las manos de varias generaciones. Los históricos minifundios que dibujan y colorean el Valle del Avia en tonos grises y verdes restan cubiertos de viejas cepas cuyas raíces penetran en lo más hondo de la historia de la viticultura en la Península Ibérica.

Los viñedos de Viña Meín-Emilio Rojo se miran de frente y se muestran en plenitud ante las rutas de la luz: las pequeñas once parcelas de Viña Meín, incandescentes por la mañana, las terrazas de Emilio Rojo iluminadas por la tarde. Meín figura en los libros de historia de Galicia como uno de los primeros asentamientos de población más cercanos al legendario monasterio cisterciense de San Clodio, epicentro del desarrollo de la viticultura en el Ribeiro, mientras que Emilio Rojo encarna la fusión entre persona y viña; viticultor y colleiteiro visionario, en su apuesta por la irreverencia y la máxima calidad, ha sabido convertir en auténticas joyas vínicas deseadas por todos los expertos del mundo, el fruto de un paraje de excepcionales condiciones vitícolas.

Si por algo destaca Ribeiro es por su gran patrimonio de variedades locales conservadas a lo largo de cientos de años, cepas con las que se elaboran vinos de paisaje y territorio, tradicionalmente con mezclas en las que cada uva aporta sus peculiaridades para obtener vinos auténticos y genuinos, creados a partir del máximo respeto al potencial natural del viñedo. Sólo el mínimo intervencionismo garantiza la máxima expresión en la copa.