Radikon

Tras la desaparición del mítico Stanko Radikon, la dirección de la bodega Radikon pasó a manos de su hijo Saša, que ha sabido mantener en lo más alto los niveles de calidad alcanzados por su padre. En realidad nadie había dudado de esta continuidad, dado que padre e hijo siempre habían trabajado codo con codo y en perfecta sintonía, desarrollando su labor en armonía con el territorio. La bodega se localiza en Oslavia, un pequeño municipio considerado la capital de los vinos naranja italianos, donde la familia Radikon ha vivido desde 1807. Aquí, en la región de Collio Goriziano, los viñedos de Radikon se extienden por las colinas de San Floriano, cercanos al puente sobre el río Isonzo y colindantes con la frontera de Eslovenia.

Los viñedos de la propiedad se encuentran expuestos al sur y sudeste y cuentan con un microclima muy favorable, con una óptima ventilación y considerables oscilaciones térmicas. Su cultivo se lleva a cabo con pleno respeto a la naturaleza, usando la hierba cortada, el estiércol y los sarmientos como únicos fertilizantes de unos suelos de rica mineralidad que aquí se conocen como "ponka". Un terreno de roca profunda, con ligeras exfoliaciones en su superficie, que se tratan lo estrictamente necesario con cobre, azufre y propóleo.

Cuando las primeras hojas empiezan a amarillear y las semillas en el interior de la uva están maduras, se lleva a cabo la vendimia, siempre a mano y en cajas de madera. En la bodega, la filosofía de Radikon se expresa con dos principios fundamentales que forman parte de su larga tradición: las largas maceraciones de las uvas blancas en contacto con sus pieles —especialmente la ribolla, la variedad reina de Collio y sin duda también la de esta bodega—, y las largas crianzas en madera. Una filosofía que, en realidad, se reduce a una simple y escrupulosa observación del vino, que es trasvasado de uno a otro recipiente cuando es necesario, con la única idea de transmitir naturalidad sin ningún tipo de compromiso.

Los vinos naranja con largas maceraciones son la esencia del catálogo de Radikon. Vinos con un estilo estructurado, envolventes pero minerales, siempre opulentos, majestuosos y con unos tonos que muestran claramente su evolución. El más clásico de la gama es el Ribolla, un vino robusto y ferroso, pero también con una marcada tensión ácida. Su vino de la variedad friulano, Jakot, se muestra más territorial y contenido, con sustancia, pero también capaz de una larga longevidad. El sabor y el equilibrio entre frutosidad y elegancia se dan cita en su Oslavje, un coupage de variedades internacionales que, bajo la interpretación de la casa, se presenta especialmente rico y aterciopelado.