País de destino:
España
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CARRITO
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Pago del Cielo-Torres

La apuesta que la Familia Torres hizo allá por el año 2003 por los vinos de la DO Ribera del Duero, ha adquirido tal fuerza y personalidad, que se ha optado por dotar a la bodega ribereña de un nombre...

EnólogoJuan Ramón García
País
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Uvas

Vino de Pago del Cielo-Torres

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Pago del Cielo-Torres

La apuesta que la Familia Torres hizo allá por el año 2003 por los vinos de la DO Ribera del Duero, ha adquirido tal fuerza y personalidad, que se ha optado por dotar a la bodega ribereña de un nombre propio: Pago del Cielo. Con unos viñedos ubicados a casi 900 metros sobre el nivel del mar y con unos vinos que se han convertido en poco tiempo en sinónimo de elegancia, resulta sencillo imaginar el porqué de su nombre; como dicen desde la propia bodega, "las vides parecen dialogar con las estrellas".

El ambicioso proyecto de esta familia en tierras castellanas pretende, bajo la batuta del enólogo Juan Ramón García y la inestimable ayuda de Xavier Ausás, elaborar vinos que sean fruto del máximo cuidado y expresen con pureza el valor y el carácter de cada terruño. En Campo de Peñafiel, la altitud mitiga la crudeza climática del clima continental en los meses más cálidos, permitiendo que las noches sean frescas incluso en los días de temperaturas más elevadas. Los contrastes térmicos entre el día y la noche llegan a alcanzar incluso los 20 grados de diferencia, permitiendo a las bayas acumular aromas y madurar de manera progresiva, sin perder la acidez natural que dotará a los vinos de su especial frescor y elegancia.

En la actualidad Pago del Cielo elabora tres vinos, un roble, un crianza y un reserva, siempre con la variedad tempranillo como eje vertebrador. El vino más joven centra su aromática en la fruta roja y la vitalidad, mientras que los vinos de mayor estancia en barrica añaden notas especiadas y torrefactas a una boca aterciopelada y carnosa. La Ribera del Duero y sus vinos transitan hacia un nuevo futuro arraigado en las viñas viejas, pero con las miras puestas en un horizonte de calidad que parece casi infinito y, por supuesto, la familia Torres no podía quedarse al margen de tan ilusionante momento.