Cantina Marramiero

Marramiero es seguramente la bodega más vanguardista de los Abruzos, a pesar de dedicarse al vino en una de las zonas más clásicas de la región desde principios del siglo XX. Los conocimientos en geología y agronomía de su equipo humano se traducen no solo en un escrupuloso régimen de sostenibilidad ambiental y de agricultura de bajo impacto, sino también en un uso consciente y dinámico de la tecnología. La selección de las uvas, por ejemplo, se realiza con la ayuda de un escáner óptico de infrarrojos, que permite descartar de un modo impecable todos aquellos granos que no son idóneos para la vinificación. También los tinos de fermentación son de última generación, así como los filtros de vacío, y en la sala de barricas, el verdadero eje en la elaboración de los vinos de gama superior, se dispensa una particular atención a asegurar que la temperatura sea siempre constante para el envejecimiento.

La bodega histórica es la de Sant'Andrea, en Rosciano, 30 hectáreas de viñedo a 300 metros de altitud, donde encontramos las cepas más antiguas de la familia Marramiero en torno a la espléndida y moderna bodega iniciada en los años noventa por Dante Marramiero. Aquí, como en la vecina bodega Milano, sobre suelos arcillosos de textura media con incrustaciones de toba, se cultivan las variedades montepulciano, pecorino, chardonnay y pinot noir. La trebbiano, junto con la montepulciano y la pecorino, se cultiva también en la bodega Amarello, en la plana de Ofena, conocida como el horno de los Abruzos por su microclima veraniego particularmente templado a pesar de su elevada altitud (más de 500 metros sobre el nivel del mar), un terruño único en el mundo por la elegancia y cuerpo de sus vinos. Tres hectáreas de trebbiano se cultivan finalmente en la bodega Tratturo, otro territorio histórico propiedad de la familia.

El estilo Marramiero es siempre honesto y preciso, y por ende territorial, pero con una clara búsqueda por la elegancia en copa. Los tintos son longevos y estructurados, capaces de transformar en armonía la natural vena rústica de la montepulciano. Así lo demuestra la excelencia de vinos como Dante e Inferi, dos reservas de montepulciano que se someten a una crianza de 120 y 40 meses respectivamente, entre depósitos, barricas y botella. Y un respeto para los montepulciano más sencillos: solo acero y vidrio, durante unos largos 30 meses, para Incanto, y 18 meses entre madera, inoxidable y botella, para Dama, dos tintos suntuosos para dejar madurar en bodega. Complejos y varietales son también los blancos, entre los que destacan los trebbianos: Anima (solo acero) y Altare (30 meses entre barricas y botella), dos vinos que unen uvas procedentes de Rosciano y de la plana de Ofena, y el más ágil y terso, Dama, tres meses en acero.