La Biancara di Angiolino Maule

Angiolino Maule y su familia cuentan con 18 hectáreas de viñedos en las colinas de Gambellara, entre las provincias de Vicenza y de Verona, plantados sobre las últimas laderas volcánicas de la Lessinia. Angiolino, que siempre ha trabajado en esta zona, dice haber aprendido mucho de la sabiduría de los pioneros del vino natural italiano; hace ya varios años que su nombre se cuenta también entre los maestros de esta tipología de vinos. Su interpretación del vino natural parece haber cambiado con el tiempo, pero, en realidad, lo que ha hecho es recuperar la autenticidad del producto. Naturales, que no es lo mismo que exentos de precisión o simples, son los vinos de Angiolino y de su hijo Alessandro: de estilo sincero, con la personalidad del terruño, directos, salinos y volcánicos como los suelos del lugar.

La búsqueda de la calidad y de la naturalidad ha distinguido el trabajo de esta casa tanto en la viña como en la bodega desde 1988, su primera añada embotellada. Desde entonces todo su trabajo se ha sustentado en una filosofía de viticultura no intervencionista con prácticas biodinámicas y nuevas formas que, con la colaboración de varios investigadores, tienen como objetivo eliminar el uso del cobre y del azufre, como un paso más a la no utilización de pesticidas ni herbicidas. Todo, con el fin de conseguir una uva sana, rica en nutrientes y levaduras, que alcance una buena maduración y que permita, en definitiva, mantener la misma filosofía en el proceso de vinificación: una uva de calidad no necesita ni de florituras ni de correcciones. Desde hace ya algunos años, la mayoría de los vinos de La Biancara se comercializan sin sulfitos añadidos ni filtración.

Los viñedos se cultivan con técnicas modernas y están consagrados a la garganega, la variedad de uva que Angiolino cuida como a un hijo y que ha conseguido llevar hasta los más altos niveles de expresión. Su vino más representativo es el Pico, con sus míticas vinificaciones de cada viñedo por separado; y de una en particular, la del Pico Taibane. Un blanco concentrado que se beneficia de una maceración con pieles y que ofrece notas de frutos secos, almendras, balsámicos, fragancias etéreas y un paladar rico, preciso, sabroso y suntuoso. Una auténtica declaración del estilo Biancara. Y un vino, sobre todo, agradablemente fresco y sin maquillajes, resultado de ese mayor control de la temperatura de fermentación que Angiolino pone en práctica con tan gran sabiduría.