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CARRITO
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Château Pontet-Canet

Château Pontet-Canet

Los orígenes de Château Pontet-Canet se encuentran a principios del s. XVIII (1705), cuando Jean-François de Pontet, oficial del rey Luis XV, reunió varias parcelas al norte del pueblo de Pauillac, que...

EnólogoJean-Michel Comme / Alfred Tesseron
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Uvas

Vino de Château Pontet-Canet

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Château Pontet-Canet

Los orígenes de Château Pontet-Canet se encuentran a principios del s. XVIII (1705), cuando Jean-François de Pontet, oficial del rey Luis XV, reunió varias parcelas al norte del pueblo de Pauillac, que sus descendientes ampliarían años después, comprando las fincas vecinas, una propiedad que recibió el nombre de "la casa de Canet". Un siglo después, Château Pontet-Canet florecía de tal manera que fue incluido en la famosa clasificación de 1855, ordenada por Napoleón III. Un aficionado y negociante de vinos de origen danés, Herman Cruse, lo adquirió en 1865 y Guy Tesseron, una gran figura entre los negociantes del coñac, lo compró años más tarde, en 1975. En sus más de tres siglos de historia, el château sólo ha tenido tres familias propietarias, hecho inédito en Burdeos.

La familia Tesseron decidió empezar de cero, borrando todas las prácticas habituales y sustituyéndolas por prácticas ecológicas, con el único objetivo de reconectar los viñedos con la naturaleza. Según cuenta la propia familia Tesseron, "las cepas parecieron liberadas, desencorsetadas y las uvas se volvieron más bonitas". Desde la reconversión del viñedo, el nivel de los vinos de Pontet-Canet se disparó de tal manera que, añadas como 1994, 1995 y 1996 fueron ya consideradas extraordinarias.

En 2004, año de los primeros ensayos biodinámicos, los vinos se mostraron radiantes, luminosos y llenos de vida. Esto animó a Alfred Tesseron, hijo de Guy Tesseron, a ir más allá, y el viñedo fue convertido totalmente a la biodinámica, siendo la primera finca calificada del Médoc en hacerlo. Desde entonces, cada añada trae consigo nuevos conocimientos y las viñas son más fuertes y resistentes. Las uvas ya no se vendimian por parcelas, sino por terruños, lo que significa dividir cada parcela en dos o tres partes, que a la vez, varían con cada añada.

En 2008, tres caballos bretones llegaron a los viñedos de Pontet-Canet con la voluntad de evitar la compactación del suelo, animando así a las raíces a trabajar. Los resultados dieron pie a seguir sustituyendo tractores por caballos, en un proceso que sólo concluirá cuando todos los tractores desaparezcan de la finca. Fiel reflejo de la evolución y el trabajo de Château Pontet-Canet, las añadas 2009 y 2010 obtuvieron los codiciados 100 puntos Parker y situaron los vinos de los Tesseron a la cima del vino de Pauillac y de Burdeos.

En la actualidad, Alfred Tesseron y su familia mantienen la misma visión y pasión por la tierra. El conocimiento de los diversos terruños de la propiedad (gravas, limos y arcillas) ha llegado a niveles muy profundos y cada vez están más convencidos de que sólo la observación y la experimentación constantes les llevarán al progreso. Algo más de 80 hectáreas de viñas fundamentalmente de gravas, acogen cepas de alrededor de 40 años, en su mayoría de cabernet sauvignon y merlot, pero también de la elegante cabernet franc y de la especiada petit verdot. Sólo se aporta compost cuando el suelo lo reclama y la vendimia es totalmente manual. En bodega, las levaduras autóctonas son las verdaderas protagonistas y los fudres de madera se complementan con los depósitos de cemento para ofrecer las mejores condiciones térmicas acordes a las posibilidades de las distintas añadas. La tecnología y la intervención se limitan a lo imprescindible y la proporción de roble nuevo ha ido disminuyendo, en un intento por limitar su aportación a los aromas del vino. La última de las incorporaciones ha sido un centenar de ánforas en las que ya envejece un tercio del vino y en cuya elaboración se empleó una pequeña parte de la tierra de las propias viñas de Pontet-Canet, en un ejemplo más del respeto máximo por los orígenes de la uva. En una zona amante de la tradición, Pontet-Canet ha iniciado un camino propio, cargado de valentía y reflexión que lo distingue de otros grandes nombres de la región, un camino sin retorno hacia la esencia del terroir.