La finca situada a una altura de trescientos metros, disfruta de un microclima único de temperaturas nocturnas por debajo de lo habitual y la orientación del viñedo aporta una ventilación natural que favorece el sano desarrollo de sus uvas y permite al equipo minimizar el uso de tratamientos fitosanitarios. La insolación y la lluvia y las temperaturas medias nunca son excesivas, proporcionando las condiciones ideales para el desarrollo de la vid.
Una característica distintiva de la finca son sus terrazas con paredes de piedra, esenciales para el paisaje y porque son los más resilientes y con mayor biodiversidad, porque son refugio de un ecosistema rico y poderoso.
La mayoría de las vides se plantan de norte a sur para que puedan disfrutar de los rayos del sol naciente y poniente.