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España
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CARRITO
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Celler Frisach

Celler Frisach

Los vinos de Celler Frisach son obras de artesanía, vinos enérgicos pero muy fáciles de interpretar, fruto de la sensibilidad y la tenacidad. Son el trabajo de dos hermanos, Francesc...

Vino de Celler Frisach

7 productos

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Celler Frisach

Los vinos de Celler Frisach son obras de artesanía, vinos enérgicos pero muy fáciles de interpretar, fruto de la sensibilidad y la tenacidad. Son el trabajo de dos hermanos, Francesc y Joan, y de la familia Ferré, convencidos del potencial de los vinos de la Terra Alta, austeros pero elegantes, modernos pero cargados de historia, como Corbera, como el Ebro.

La bodega

Francesc y Joan, dos jóvenes dedicados a la viña

Los padres de Francesc y Joan tenían algunas tierras en posesión que trabajaban como agricultores al tiempo que ejercían en otros sectores para asegurar el sustento de los suyos. Llegado el momento en que los hermanos debieron apostar por un rumbo profesional, la tierra los atrajo de manera irremediable. Francesc padre, abandonó su otra ocupación y se dedicó en exclusiva a la viticultura, llevando de la mano a sus hijos. La madre Antonia, fue entonces y sigue siendo hoy, el eje vertebrador que permite que todo gire al ritmo adecuado tanto en casa como a nivel profesional.

Francesc tenía estudios de enología y su padre vendía la uva a la cooperativa. Los precios eran bajos y llevaron a los Frisach a empezar a vender su uva a bodegas que la valoraban un poco mejor. Sin embargo, llegaron años en los que algunos de sus compradores no necesitaron uva, algo que los Frisach aprovecharon para emprender el camino de la elaboración propia. Empezaron con un único tino, sin experiencia, pero con ilusión y toneladas de determinación. El dinero obtenido con la venta del vino a granel se invertía en equipamiento y, pronto, el vino se empezó a comercializar. El desconocimiento les permitió ser libres desde el principio y dar rienda suelta a sus sensibilidades e intuiciones, algo que todavía hoy se palpa en los vinos de Frisach.

Francesc y Joan son hoy de los pocos jóvenes que trabajan la viña en la DO Terra Alta, pero lo hacen con tenacidad y convicción, sabiendo que la única manera de sobrevivir al paso del tiempo es hacer la cosas muy bien, poniendo en valor el trabajo artesano del pequeño productor. Para Frisach, la tierra es historia, un patrimonio que tienen el privilegio de cuidar y a partir del cual se pueden obtener productos verdaderamente emocionantes; bien saben Francesc y Joan que el vino puede ser clave para el futuro económico de la Terra Alta, una región tan apartada de los focos mediáticos.

Territorio y viticultura

Viña vieja y trabajo ecológico

Las bases de su proyecto son la viña vieja y el trabajo en ecológico, algo que se percibe al observar el elevado número de mariquitas que juguetean entre sus cepas. Este bello insecto es el primero que desaparece cuando se trabaja con químicos y el último en volver cuando la tierra recupera su equilibrio natural. Raramente tratan con cobre y usan el azufre en las cantidades imprescindibles para el buen desarrollo del fruto. Dejan crecer la cubierta vegetal espontánea, compuesta por decenas de especies, para mantener la humedad del suelo, y lo adoban para mejorar su textura y capacidad nutritiva a base de componentes únicamente orgánicos. Podan temprano para asegurar que las heridas de los cortes cicatricen rápido, impidiendo así la entrada de hongos en la madera. Siguen los ciclos lunares siempre que el ritmo de la planta lo permite y trabajan de manera casi obsesiva para tener suelos vivos, entendiendo que únicamente así, obtendrán vinos vivos. Basta con pasear por los límites de las parcelas de Frisach para encontrar rastros de conejos o jabalís, incluso para divisar alguna perdiz si se tiene suerte.

Actualmente, Joan y Francesc trabajan algo más de 20 hectáreas para elaborar sus propios vinos y venden el resto a otras bodegas. Las producciones son muy bajas, en algunos casos apenas 400 kg/ha, pero la calidad de las uvas es verdaderamente excepcional.

Los vinos

La gama Abrunet

La gama de vinos Abrunet está compuesta por un blanco, un rosado y un tinto. Todos ellos son vinos frescos y directos, llenos de buena fruta y honestidad. Quizás destaca de manera especial l’Abrunet Negre, el vino tinto inicial de la casa, una magnífica combinación de garnacha tinta y cariñena, ligeramente envejecido en cemento y con un equilibrio y una expresividad muy por encima de su precio; es la prueba definitiva de que cuando la uva es de primera, no necesita de maquillajes para resultar emocionante. 

Vernatxa y La Foradada, garnacha blanca

Con garnacha blanca, la diva de la Terra Alta, Celler Frisach elabora, además del ya citado l’Abrunet blanc dos vinos más: Vernatxa y La Foradada. El primero, Vernatxa es una radiografía a la variedad, un ejemplo de desnudez vínica. Viña vieja, fermentación con las pieles, barrica de gran volumen sin tostar y embotellado sin filtrar ni clarificar resumen su elaboración. Huele a fruta blanca, hinojo y flores; tienen el frescor de los cítricos y casi el tacto del aceite. La Foradada, por su parte, es un vino más austero que requiere mayor atención. Pasa un año con sus lías, sin removido alguno y perfuma la copa de arcilla y romero. Es mineral y fresco, redondo y enérgico, firme como la tierra que lo vio nacer.

Les Alifares y Sang de Corb, garnachas tinta, peluda y gris

Les Alifares ha sido el último gran vino en ver la luz desde la pequeña bodega de Corbera. Elaborado exclusivamente con garnacha gris, consigue extraer buena parte del precioso color de sus pieles fermentando con ellas. Levaduras y hierbas frescas, flores y tierra, estructura y delicadez: lo tiene todo.

Acabaremos con Sang de Corb, el tinto estrella de los Frisach. Garnacha tinta, cariñena y garnacha peluda de viña vieja en coplantación, o lo que es lo mismo, amabilidad, profundidad y elegante austeridad. Especias y finos tonos tostados, carácter personal y frescor, amabilidad y cierto clasicismo; un vino para enamorar.