Bodegas Olivares

Hace casi un siglo, en 1930, Pascual Olivares Fernandez pensó que la uva Monastrell, originaria de estas tierras y con una especial adaptación a suelos pobres y con escasez de lluvias, era capaz de producir vinos diferentes que mostraban el carácter de su tierra. Empezó elaborando pequeñas cantidades de vino para proveer la región. Acababa de nacer Bodegas Olivares.

En 1960, los hijos del fundador, Vicente y Celestino, continúan el negocio familiar y amplían la venta al territorio nacional. A finales de los años 70, y con la 3ª generación, los hijos de Vicente, al mando del negocio, comienzan las exportaciones.

Desde el inicio de la bodega, cada año, la familia elaboraba un vino dulce que reservaba para su propio consumo. Sin embargo, a partir de 1998 se empieza a comercializar la añada 1996, convirtiéndose pronto en una referencia para los vinos tintos dulces. Motivados por el éxito de su vino dulce, y sabedores de que sus viñedos producían una fruta equilibrada y de aromas personales, deciden centrar su atención en la producción y embotellado de vinos secos. Recién nacido el nuevo siglo nació Altos de la Hoya.

En la actualidad continuan elaborando vinos con el carácter que imprimen sus valiosos viñedos y miran al futuro sin olvidar sus raíces.

La bodega familiar cuenta con un extenso viñedo de Monastrell de pie franco. Sus vinos sabrosos y persistentes  son fiel reflejo del terroir de donde proceden, la Hoya de Santa Ana,  un paraje situado a más de 800 m de altitud y rodeado de bosque mediterráneo. La variedad Monastrell convive aquí en plena armonía con la biodiversidad del lugar y desarrolla plenamente su expresividad. Además de la variedad Monastrell, en la finca cultivan también las variedades Garnacha y Syrah.