Los suelos son calizos, arcilla roja blanca, muy pobres en nutrientes que obligan a las cepas a dar lo mejor de sí mismas. Los restos de las antiguas explotaciones mineras –que conviven en Fuentenebro con la actividad vitivinícola– le aportan a los suelos la moscovita, el feldespato, el cuarzo y la mica que dotan de un carácter mineral a sus vinos
