Marqués de Murrieta fue la primera bodega creada en Rioja. Sería Luciano Murrieta quien, en 1852, introdujera en España innovadoras técnicas procedentes de Burdeos que permitirían mejorar la calidad y la conservación del vino, así como crear las bases de calidad de los vinos de Rioja. Don Luciano tuvo claro desde el principio, que un vino con la calidad del Rioja y un buen envejecimiento, tendría la capacidad de exportarse fuera de España. Por eso, no dudó en enviar a países como México y Cuba aquella mítica añada de 1852, convirtiéndose también en el primer exportador de vino de Rioja.
En 1983, la bodega fue adquirida por Vicente Cebrián Sagarriga, Conde de Creixell, quien introdujo cambios importantes en la mentalidad y en el apartado técnico. Tras la muerte prematura de Don Vicente, sería su primogénito, Vicente Dalmau, quien se haría cargo de la dirección de la bodega con la intención de continuar la renovación iniciada por su padre.
Vicente y Cristina, dos hermanos con corazón gallego, recuerdan con cariño y gratitud la labor de sus padres y piensan que no hay modo mejor de honrarlos que continuando con la misma fuerza e ilusión el proyecto familiar por ellos iniciado. De sus progenitores aprendieron la necesidad de respetar y ser fieles a su pasado sin desatender el futuro, algo que se percibe incluso en las instalaciones de la firma.
En el Castillo de Ygay, sede de Marqués de Murrieta declarada museo en 2019, los materiales nobles y las últimas tecnologías se funden en una perfecta unión, convirtiendo el edificio industrial más antiguo de Europa en un referente de modernidad y equilibrio. El gran proyecto de renovación se completó en 2021 con una nueva zona de elaboración dotada de la más novedosa tecnología, un complejo de edificios con más de 25.000 metros cuadrados, construidos junto al Castillo de Ygay.