Chardonnay
La chardonnay es la uva blanca más prestigiosa del mundo. Desde su feudo histórico, la Borgoña, la uva ha viajado a prácticamente cualquier rincón del mundo mostrando una facilidad innata para adaptarse a todo tipo de climas y suelos. Parece que fueron los sabios monjes los que extendieron su cultivo por tierras borgoñonas y los que apostaron con más fuerza por su implantación mayoritaria.
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Chardonnay
La chardonnay es la uva blanca más prestigiosa del mundo. Desde su feudo histórico, la Borgoña, la uva ha viajado a prácticamente cualquier rincón del mundo mostrando una facilidad innata para adaptarse a todo tipo de climas y suelos. Parece que fueron los sabios monjes los que extendieron su cultivo por tierras borgoñonas y los que apostaron con más fuerza por su implantación mayoritaria.
Es la uva blanca de la mayoría de vinos blancos de la Borgoña y la protagonista indiscutible de los mejores y más prestigiosos vinos de la Côte d'Or, con el Montrachet a la cabeza. Es también clave en la Champagne, donde ocupa cerca de un tercio del viñedo, y crucial en la Côte des Blancs, regalando sus aromas y elegancia a los mejores espumosos; Languedoc, Italia, España, Australia, Chile, California u Oregón son algunas otras de las tierras en las que uva chardonnay se ha adaptado también a la perfección, pero en cada una de ellas muestra una cara distinta. Puede ser fría, mineral y tersa en Chablis o cremosa y dulcemente especiada en California.
Sus aromas pueden variar desde los tonos cítricos de las regiones más frías hasta los más tropicales asociados a los climas más cálidos. No obstante, un recuerdo a manzana y miel, así como una elegante nota floral vestida de fina bollería, suele delatar a la mayoría de vinos de chardonnay del mundo.
En Italia la chardonnay se expresa muy bien en numerosas regiones. En las más septentrionales, como el Triveneto y el Valle de Aosta, pero también el Piamonte, destaca con unos exquisitos aromas cítricos y afrutados, que exaltan sus dotes "nórdicas" de frescor y mineralidad. En las regiones más meridionales, sobre todo en la Toscana, Umbria y Sicilia, ofrece vinos con una mayor opulencia y complejidad, revestida de las habituales notas de matorral mediterráneo, fruta confitada, cedro y vainilla. La expresión más mítica de la chardonnay italiana se manifiesta en los blancos de larga crianza, vinos que salen de la bodega a la chablisienne, tras una breve crianza en pequeñas barricas, a veces nuevas: es el caso del Cervaro de la Sala de Antinori, en Umbria, o de la Cuvée Bois de Les Crêtes, en el Valle de Aosta. Zonas donde la chardonnay tiene dedicados algunos de los mejores viñedos de la región y en las que tampoco renuncia, como en el caso del Cervaro, a mezclarse con otras uvas locales, que le confieren una mayor acidez y personalidad del lugar.
Los mejores ejemplos de chardonnay pueden envejecer durante décadas ganando complejidad con el paso de un tiempo con el parece tener un pacto firmado. La barrica la viste de mantequilla, miel y nueces, de finos tonos torrefactos y de caramelo. El tiempo la torna cremosa, grasa y profunda, en una auténtica joya vínica a la que prácticamente nadie es capaz de resistirse.